Las mujeres dotadas para beneficiar a la humanidad, 23 de
julio
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la
palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he
hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase
con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de
él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque
nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el
Salvador del mundo, el Cristo.
Juan 4:39-42
.
Las mujeres pueden hacer una gran obra para Dios, siempre y cuando primero
aprendan la preciosa e importante lección de la mansedumbre en la escuela de
Cristo. Podrán beneficiar a la humanidad si presentan la suficiencia plena que
encontramos en Jesús. Cuando cada feligrés perciba su responsabilidad individual,
y cuando humildemente emprenda la tarea que tiene por delante, tendrá éxito.
Dios da a cada persona su obra de acuerdo con la habilidad que posee.
No será una tarea fácil trabajar para el Maestro en esta época. Pero cuánta
perplejidad se podría evitar si los obreros dependieran continuamente de Dios y
consideraran debidamente las instrucciones que él dio. Nos dice: “De manera que,
teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese
conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la
enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que
preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”.
Romanos 12:6-8
.
Este es un tema que requiere un estudio crítico y cuidadoso. Se cometen no
pocos errores cuando las personas no obedecen esta instrucción. Muchos a quienes
se les confía una tarea modesta para hacer para el Maestro, pronto se sienten
insatisfechos al pensar que ahora deberían ser maestros y líderes. Quieren dejar su
humilde ministerio que es tan importante como el de mayores responsabilidades.
Quienes se dedican a la visitación llegan a pensar que cualquiera puede hacer esta
tarea de hablar palabras de simpatía y ánimo y de conducir a las personas en forma
humilde y serena a una correcta comprensión de las Escrituras. Pero es una obra
que demanda mucha gracia, mucha paciencia y una dotación siempre creciente de
sabiduría.—
Manuscript Releases 11:278, 279
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