Madres dotadas para nutrir a sus hijos, 24 de julio
Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero
en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.
2 Timoteo 1:5
.
La obra de la madre es la tarea que Dios le dio: criar a sus hijos en disciplina y
amonestación del Señor. El amor y el respeto a Dios debieran mantenerse siempre
ante sus tiernas mentes. Cuando se los corrija, hay que enseñarles a sentir que es
Dios quien los amonesta, y que le desagradan el engaño, la mentira y la maldad.
De este modo, las mentes de los pequeños pueden estar tan conectadas con el
Creador que todo lo que hagan o digan tendrá referencia a su gloria; en años
posteriores no serán como una caña agitada por el viento, oscilando siempre entre
las inclinaciones y el deber.
Si durante sus años tiernos la mente de los niños se llena de imágenes placen-
teras de verdad, de pureza y de bondad, se formará en ellos el gusto por lo que es
puro y elevado, y su imaginación no será fácilmente corrompida o contaminada.
En cambio, si se sigue la conducta opuesta, si la mente de los padres se espacia
continuamente en escenas viles, si su conversación se explaya sobre rasgos de-
fectuosos de carácter, y si forman el hábito de quejarse por la conducta de otros,
los pequeños aprenderán las palabras y expresiones de desprecio, y seguirán el
ejemplo perjudicial. En su vida futura, esa mala impresión se adherirá a ellos
como una mancha de lepra.
Las semillas sembradas en la infancia por una madre cuidadosa y temerosa
de Dios producirán árboles de justicia que florecerán y darán fruto. Las lecciones
dadas por precepto y por ejemplo por un padre temeroso de Dios, con el tiempo
producirán, como en el caso de José, una cosecha abundante.
¿Analizarán los padres su obra de educar y adiestrar a sus hijos, y considerarán
si han cumplido todo su deber con esperanza y fe para que estos niños lleguen a
ser una corona de gozo en el día del Señor? ¿Habrán trabajado por el bienestar de
sus hijos de tal manera que Jesús, mediante el don de su Espíritu, al mirarlos desde
el cielo pueda santificar sus esfuerzos? Padres, de ustedes depende el preparar a
sus hijos para ser de máxima utilidad en esta vida, y para compartir con ellos al
final la gloria que ha de venir.—
Good Health, 1 de enero de 1880
.
[217]
219