Gedeón, 8 de septiembre
Y mirándole Jehová, le dijo: Vé con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la
mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ah, señor
mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en
Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. Jehová le dijo: Ciertamente
yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.
Jueces 6:14-16
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Todas las maravillas que Dios obró en favor de su pueblo fueron realizadas
por los medios más sencillos. Cuando éste se consagre completamente al Señor,
entonces él los empleará para llevar adelante su obra en la tierra. Pero deberíamos
recordar que del éxito que nos acompañe, toda la gloria y el honor pertenecen a
Dios, puesto que cada facultad y cada aptitud sea un don suyo.
Dios probará hasta lo sumo la fe y el valor de aquellos a quienes ha confiado
responsabilidades en su obra. Las apariencias a menudo parecerán desalentadoras.
Sin embargo, repetidamente ha dado garantías de su ayuda, aunque la fe vacile.
Entonces, el “Así dice el Señor” debe ser nuestra firme seguridad, independiente-
mente de los razonamientos humanos o de las aparentes imposibilidades.
La experiencia de Gedeón y de su ejército tiene el propósito de enseñar una
lección de sencillez y fe. El dirigente a quien Dios eligió no ocupaba ningún
cargo en Israel. No era gobernante, ni levita, ni sacerdote. El pensaba que era
el más pequeño en la familia de su padre. La sabiduría humana no lo hubiera
seleccionado; pero Dios vio en Gedeón un hombre íntegro y de valor moral.
Desconfiaba de sí mismo, y estaba dispuesto a escuchar las enseñanzas divinas y
llevar adelante sus propósitos.
El Señor no depende de hombres de elevada posición, de gran intelecto o
extensos conocimientos. Tales hombres a menudo son orgullosos y autosuficientes.
Se sienten competentes para diseñar y ejecutar planes sin el consejo de Dios. Se
separan de la Vid verdadera, y por ello se vuelven secos e infructuosos, como
ramas marchitas.
El Señor desea avergonzar las jactancias de los hombres. El dará éxito a
los esfuerzos más débiles y a los métodos menos prometedores, cuando sean
divinamente señalados y realizados con humildad y confianza.—
The Signs of the
Times, 30 de junio de 1881
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