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Vaciando el recipiente, 10 de octubre
Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio
de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis
como luminares en el mundo.
Filipenses 2:15
.
La transformación del carácter debe atestiguar al mundo que el amor de Cristo
mora en nosotros. El Señor espera que su pueblo demuestre que el poder redentor
de la gracia puede obrar en el carácter deficiente, y desarrollarlo simétricamente
para que lleve abundante fruto.
Pero a fin de que cumplamos el propósito de Dios, tiene que realizarse una
obra preparatoria. El Señor nos ordena que despojemos nuestro corazón del
egoísmo, que es la raíz del enajenamiento. Anhela derramar sobre nosotros su
Espíritu Santo en abundante medida, y nos ordena que limpiemos el camino por
el renunciamiento. Cuando entreguemos el yo a Dios, nuestros ojos serán abiertos
para ver las piedras de tropiezo que nuestra falta de cristianismo ha colocado en
el camino ajeno. Dios nos ordena que las eliminemos todas. Dice: “Confesaos
vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos”.
Santiago 5:16
. Entonces podemos tener la seguridad que tuvo David, cuando
después de haber confesado su pecado, oró: “Vuélveme el gozo de tu salud; y
el espíritu libre me sustente. Enseñaré a los prevaricadores tus caminos; y los
pecadores se convertirán a ti”.
Salmos 51:12, 13
.
Cuando la gracia de Dios reine en el interior, la vida quedará rodeada de
una atmósfera de fe y valor, y de un amor como el de Cristo, una atmósfera que
vigorizará la vida espiritual de todos los que la inhalen... Todo aquel que participe
del amor perdonador de Cristo, todo aquel que haya sido iluminado por el Espíritu
de Dios y convertido a la verdad, sentirá que, en virtud de estas bendiciones
preciosas, tiene una deuda para con toda persona con la cual llegue a tratar. El
Señor utilizará a los que son de corazón humilde para alcanzar a quienes no
pueden alcanzar los ministros ordenados. Serán inducidos a pronunciar palabras
que revelarán la gracia salvadora de Cristo.—
Joyas de los Testimonios 2:382
.
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