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Más dedicación, 27 de octubre
La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues
por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la
probará.
1 Corintios 3:13
.
Se aproxima el fin de todas las cosas. Dios actúa en cada mente que se abre
para recibir las impresiones de su Santo Espíritu. Está enviando mensajeros con la
misión de amonestar cada lugar. Dios está poniendo a prueba la devoción de sus
iglesias, y su disposición a obedecer las indicaciones del Espíritu. Aumentará el
conocimiento. Se verá a los mensajeros del cielo que correrán de aquí para allá,
tratando por todos los medios posibles de advertir a la gente respecto al juicio
venidero, y de presentar las alegres nuevas de salvación por medio de nuestro
Señor Jesucristo. Se exaltará la norma de justicia.
El Espíritu de Dios se acercará a los corazones de los hombres, y los que
respondan a su influencia se convertirán en luces para el mundo. Por todas partes
se los verá ir de un lado a otro para trasmitir a los demás la luz que recibieron,
tal como ocurrió después del derramamiento del Espíritu Santo en el día de
Pentecostés. Al dejar brillar su luz, recibirán cada vez más poder del Espíritu. La
tierra se iluminará con la gloria de Dios.
Pero, ¡oh triste cuadro! Los que no se sometan a la influencia del Espíritu
Santo pronto perderán las bendiciones que recibieron al reconocer la verdad como
procedente del cielo. Caerán en una formalidad fría e insípida y perderán su interés
en las personas que se pierden. Al dejar su primer amor Cristo les dice: “Recuerda,
por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no,
vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”.
Apocalipsis 2:5
. El quitará el Espíritu Santo de la iglesia, y lo dará a otros que lo
apreciarán.
La mayor evidencia de que los que han recibido gran luz no la aprecian, es
que no permiten que ella brille sobre los que están en tinieblas, y cuando dedican
su tiempo y energía en celebrar formas y ceremonias.—
The Review and Herald,
16 de julio de 1895
.
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