Una oración en favor del pueblo de Dios, 31 de octubre
Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por
amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad
y sobre tu pueblo.
Daniel 9:19
.
Padre celestial, tú has dicho: “Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y
se os abrirá”. Padre celestial, necesitamos tu Santo Espíritu. No queremos trabajar
solos, sino solamente en unidad contigo. Queremos estar en una posición en la
que el Espíritu Santo de Dios esté sobre nosotros con su poder revivificante y
santificador. ¡Manifiéstate a nosotros esta mañana! ¡Quita toda niebla y toda nube
de oscuridad!
Venimos a ti, nuestro compasivo Redentor, y te pedimos por los méritos de
Cristo, por tu propio Hijo, mi Padre, que manifiestes aquí tu poder a tu pue-
blo. Queremos sabiduría, queremos justicia, queremos verdad; queremos que el
Espíritu Santo esté con nosotros.
Has presentado delante de nosotros una gran obra que debe realizarse en favor
de los que están en la verdad, y también por los que ignoran nuestra fe; y oh
Señor, como tú has dado a cada hombre su tarea, te imploramos que el Espíritu
Santo impresione nuestra mente en relación con la responsabilidad de la tarea que
descansará sobre cada persona en forma individual, de acuerdo con tu mandato.
Queremos ser probados; queremos ser completamente santificados; queremos
ser hechos aptos para la tarea; y aquí, en esta sesión del congreso, queremos ver
una revelación del Santo Espíritu de Dios. Queremos luz, Señor. Tú eres la Luz.
Queremos la verdad, Señor. Tú eres la Verdad. Deseamos el camino correcto. Tú
eres el Camino.
Señor, te ruego que todos seamos lo suficientemente sabios para discernir que
debemos abrir individualmente nuestro corazón a Jesucristo, para que mediante
el Espíritu Santo él pueda entrar y modelarnos y hacernos de nuevo, de acuerdo
con tu imagen divina. ¡Oh, mi Padre mi Padre!, humilla y subyuga nuestros
corazones.—
The General Conference Bulletin, 2 de abril de 1903
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