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No busquemos originalidad, 16 de noviembre
Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
Tito 2:1
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Estamos en continuo peligro de ponernos por encima de la sencillez del
evangelio. En muchos hay un intenso deseo de sorprender al mundo con algo
original, algo que arrebate a la gente a un estado de éxtasis espiritual y cambie
el orden actual de lo que se conoce. Hay, sin duda, gran necesidad de un cambio,
pues la santidad de la verdad presente no se comprende como es debido; pero lo
que necesitamos es una transformación del corazón que sólo se puede obtener
buscando individualmente la bendición de Dios, e implorando en busca de su
poder y orando fervientemente para que su gracia venga sobre nosotros a fin de que
nuestros caracteres puedan ser transformados. Este es el cambio que necesitamos,
y para lograr esta experiencia debemos utilizar energía perseverante y manifestar
sincero fervor; debemos preguntar con verdadera sinceridad: ¿Qué debo hacer
para ser salvo? Tenemos que saber con exactitud qué pasos estamos dando hacia
el cielo.
Cristo dio a sus discípulos verdades cuya anchura, profundidad y valor poco
apreciaban y ni siquiera comprendían; ahora existe la misma condición entre el
pueblo de Dios. También hemos fracasado en comprender la grandeza y en percibir
la belleza de la verdad que Dios nos ha confiado. Si avanzáramos en conocimiento
espiritual, veríamos que la verdad se desarrolla y ensancha en formas que ni
siquiera hemos soñado, pero nunca en alguna forma que nos induzca a imaginar
que podemos conocer los tiempos y las sazones que el Padre ha puesto en su sola
potestad.
Vez tras vez he sido amonestada en cuanto a fijar fechas. Nunca más habrá un
mensaje para el pueblo de Dios que se base en períodos fijos de tiempo. Tampoco
sabremos el tiempo definido para el derramamiento del Espíritu Santo o para la
venida de Cristo.—
The Review and Herald, 22 de marzo de 1892
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