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La voluntad rechaza al espíritu, 28 de enero
A cualquiera que dijera alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será
perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero.
Mateo 12:32
.
Precisamente antes de esto, Jesús había realizado por segunda vez el milagro
de sanar a un hombre poseído, ciego y mudo, y los fariseos habían reiterado la
acusación: “Por el príncipe de los demonios echa fuera demonios”.
Mateo 12:24
.
Cristo les dijo claramente que al atribuir la obra del Espíritu Santo a Satanás,
se estaban separando de la fuente de bendición. Los que habían hablado contra
Jesús, sin discernir su carácter divino, podrían ser perdonados; porque podían ser
inducidos por el Espíritu Santo a ver su error y arrepentirse. Cualquiera que sea el
pecado, si el alma se arrepiente y cree, la culpa queda lavada en la sangre de Cristo;
pero el que rechaza la obra del Espíritu Santo se coloca donde el arrepentimiento
no puede alcanzarle.
Es por el Espíritu Santo como Dios obra en el corazón. Cuando los hombre
rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás, cortan el
conducto por el cual puede comunicarse con ellos. Cuando rechazan finalmente al
Espíritu, no hay nada más que Dios pueda hacer por el alma.
No es Dios quien ciega los ojos y endurece los corazones de los hombres.
Les manda luz para corregir sus errores, y conducirlos por sendas seguras; es por
el rechazo de esta luz como los ojos se ciegan y el corazón se endurece. Con
frecuencia esto se realiza gradual y casi imperceptiblemente. Viene luz al alma
por la Palabra de Dios, por sus siervos, o por la intervención directa de su Espíritu;
pero cuando un rayo de luz es despreciado, se produce un embotamiento parcial
de las percepciones espirituales, y se discierne menos claramente la segunda
revelación de la luz. Así aumentan las tinieblas hasta que anochece en el alma. Así
había sucedido con estos dirigentes judíos. Estaban convencidos de que un poder
divino acompañaba a Cristo, pero a fin de resistir a la verdad, atribuyeron la obra
del Espíritu Santo al poder de Satanás. Al hacer esto, prefirieron deliberadamente
el engaño; se entregaron a Satanás, y desde entonces fueron dominados por su
poder.—
El Deseado de Todas las Gentes, 289, 290
.
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