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Tiempo para arrepentirse, 29 de enero
Así pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que
no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te
he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo
aceptable; he aquí ahora el día de salvación. 2.
1 Corintios 6:1, 2
.
Hermano P, usted pregunta si ha cometido el pecado que no tiene perdón en
esta vida o en la venidera. Contesto que no veo la menor evidencia de que éste sea
el caso. ¿En qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo? En atribuir volunta-
riamente a Satanás la obra del Espíritu Santo. Supongamos, por ejemplo, que uno
presencia la obra especial del Espíritu de Dios. Tiene evidencia convincente de que
la obra está en armonía con las Escrituras, y el Espíritu testifica a su espíritu que es
de Dios. Pero más tarde, cae bajo la tentación—lo domina el orgullo, la suficiente
propia, o alguna otra característica mala—y, rechazando toda la evidencia de su
carácter divino, declara que lo que antes conoció como ser del Espíritu Santo era
poder de Satanás.
Por medio de su Espíritu es como Dios obra en el corazón humano; y cuando
los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás,
cortan el conducto por medio del cual Dios puede comunicarse con ellos. Al negar
la evidencia que a Dios le agradó darles, apagan la luz que había resplandecido
en sus corazones, y como resultado son dejados en tinieblas. Así se cumplen las
palabras de Cristo: “Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas”.
Lucas
11:35
. Por un tiempo, las personas que han cometido este pecado pueden aparentar
ser hijos de Dios; pero cuando se presentan circunstancias que han de desarrollar
el carácter, y manifestar qué clase de espíritu las posee, se descubrirá que están en
el terreno del enemigo, bajo su negro estandarte.
Hermano mío, el Espíritu le invita hoy. Acuda de todo corazón a Jesús. Arre-
piéntase de sus pecados, haga su confesión a Dios, abandone toda iniquidad y
podrá acogerse a sus promesas. “Mirad a mí, y sed salvos” (
Isaías 45:22
), es su
misericordiosa invitación.—
Joyas de los Testimonios 2:265, 266
.
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