Página 383 - Recibir

Basic HTML Version

Un asiento en su trono, 24 de diciembre
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he
vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
Apocalipsis 3:21
.
Podemos vencer, sí, plena y definitivamente. Jesús murió para abrirnos una
vía de escape y para que pudiéramos vencer cada falta, resistir cada tentación y
finalmente sentarnos con él en su trono.
Es nuestro privilegio tener fe y salvación. El poder de Dios no ha disminuido.
Es otorgado tan libremente ahora como antes; pero la iglesia ha perdido su fe
para reclamar y su energía para luchar como lo hizo Jacob, al punto de exclamar
gimiendo: “No te dejaré, si no me bendices”.
Génesis 32:26
. La fe duradera ha
estado muriendo. Debe ser reavivada en los corazones del pueblo de Dios. Deben
reclamar la bendición. La fe, la fe viva, siempre conduce hacia arriba: a Dios y la
gloria; la incredulidad, hacia abajo: a las tinieblas y la muerte.
Muchos están tan absortos en sus cuidados y perplejidades mundanales que
tiene poco tiempo para orar, y sienten muy poco interés en la oración. Pueden
guardar la forma de la adoración, pero falta el espíritu de la verdadera súplica. Los
tales se han apartado mucho del Modelo. Jesús, nuestro ejemplo, pasaba mucho
tiempo en oración. ¡Oh, cuán sinceras y fervientes eran sus peticiones! Si el
amado Hijo de Dios fue movido a tal sinceridad y agonía en favor nuestro, ¡cuánto
más necesitamos nosotros, que dependemos del Cielo para nuestra fortaleza, que
nuestro ser entero sea movido a luchar con Dios!
No deberíamos estar satisfechos hasta que cada pecado conocido sea confe-
sado. Entonces, será nuestro privilegio y deber creer que Dios nos acepta. No
debemos esperar que otros atraviesen la oscuridad y obtengan la victoria para que
nosotros la gocemos. Tal gozo no será duradero. Dios debe ser servido por princi-
pio en vez de serlo por sentimientos. De mañana y de tarde deberíamos obtener la
victoria por nosotros mismos y en nuestras propias familias. Nuestra tarea diaria
no debería impedirnos esto. Debemos tomar tiempo para orar y, mientras oramos,
creer que Dios nos escucha. No siempre sentiremos la respuesta inmediata, pero
en ese caso nuestra fe es probada. Se nos prueba para ver si confiamos en Dios y
si tenemos una fe viva y permanente.—
The Review and Herald, 4 de setiembre de
1883
.
[370]
379