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Fragancia celestial, 1 de marzo
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto
para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
Juan 15:16
.
Para producir muchos frutos, hay que aprovechar al máximo todo privilegio
y oportunidad para desarrollar una mente cada vez más espiritual. El que desea
recibir diariamente la ayuda divina debe deponer toda vulgaridad, orgullo y mun-
danalidad. El que quiera crecer espiritualmente, con el poder del Espíritu Santo
debe utilizar todos los recursos que el evangelio le proporciona para ganar en
piedad e influencia. Es por medio de las invisibles agencias sobrenaturales como
se produce el proceso de desarrollo desde la semilla hasta que el grano madura.
Antes de la traición y la crucifixión, Jesús consoló a sus discípulos con la
promesa del Espíritu Santo; y en la doctrina acerca de este agente de influencia
divina, qué riquezas les fueron reveladas, porque esta bendición traería en su
estela todas las otras bendiciones. El Espíritu Santo imparte su aliento a los que
humildemente confían en Cristo como el autor y el consumador de la fe, para que
los frutos que produzcan sean para vida eterna. Habrá fragancia en su influencia,
y el nombre de Jesús será música en los oídos, y melodía en su corazón.
Aunque no sean capaces de explicar el misterio de esta experiencia, los cre-
yentes tendrán para otros sabor de vida que vivifica. Si las nubes los circundan
saben que, al clamar al Señor, las tinieblas serán disipadas, y volverán el sosiego
y el gozo al templo de su ser. Conocen lo que es tener la revelación del amor
perdonador de Dios, una experiencia de paz que está más allá de toda comprensión,
que inspira a alabar y, en agradecida adoración, a elevar todo el ser al que los amó
y con su sangre los lavó del pecado. Tienen paz mediante Cristo Jesús y gozo
en el Santo Espíritu. Al estar en Cristo permanecen abrazados al seno del amor
infinito, que los llena de sumisión a su voluntad y les permite atesorar el cielo
en sus corazones. Cristianos con estas virtudes producirán muchos frutos para la
gloria de Dios e interpretarán correctamente el carácter divino, cuyos atributos
serán manifestados al mundo.—
The Signs of the Times, 3 de abril de 1893
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