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Temperancia, 11 de marzo
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de
Dios.
1 Corintios 10:31
.
Dios exige que todos los hombres presenten en sacrificio sus cuerpos impuros,
enfermos y debilitados por los hábitos. Espera un sacrificio vivo. Dios dice que el
cuerpo es templo del Espíritu Santo, la habitación de su Espíritu y, por lo tanto,
requiere que todos los que llevan su imagen cuiden sus cuerpos para su servicio y
para su gloria. “No sois vuestros,—escribió el inspirado apóstol—, habéis sido
comprados por precio”.
1 Corintios 6:20
. A fin de lograrlo, a la virtud agregue
conocimiento, y al conocimiento temperancia, y a la temperancia paciencia.
Es un deber saber cómo preservar el cuerpo en las mejores condiciones de
salud; y es sagrada la responsabilidad de vivir en armonía con la luz que tan
generosamente nos ha sido concedida. Si cerramos los ojos a esa iluminación por
temor a ver los errores que no estamos dispuestos a abandonar, nuestros pecados
aumentarán en lugar de disminuir. Si alguno se aleja de la luz, otro seguirá su
ejemplo.
Violar las leyes de la salud es tan pecaminoso como quebrantar uno de los 10
mandamientos. Por lo tanto, cualquier transgresión de uno de los diez, igualmente
será una violación de toda la ley de Dios. No podemos amar al Señor con todo
nuestro corazón, mente, espíritu y fuerzas, en tanto amemos nuestros apetitos y
gustos mucho más que al Señor. Mientras él exige toda nuestra fuerza y toda
nuestra mente, como resultado de sus malos hábitos algunos diariamente debilitan
su fortaleza para glorificar a Dios, y sin embargo profesan ser seguidores de Cristo
que están preparándose para recibir el toque final de la inmortalidad.
Examine cuidadosamente su corazón para ver si está tratando de imitar al
Modelo infalible, y todo le saldrá bien. En todo glorifique su nombre. Despójese
de todo egoísmo y del amor propio.—
Testimonies for the Church 2:70, 71
.
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