Gratitud, 16 de marzo
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros
en Cristo Jesús.
1 Tesalonicenses 5:18
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Hay muchas angustias innecesarias, problemas que agitan la mente y otras
realidades sobre los cuales nada podemos hacer. El Señor desea que sus hijos
confíen en él plenamente. Nuestro Señor es un Dios justo y recto. Sus hijos
deberían conocer su bondad y su justicia, tanto en los asuntos importantes como
en los comunes de la vida. Los que abrigan un espíritu angustiado y quejoso
rehúsan reconocer la realidad de su mano guiadora. La ansiedad innecesaria es
una insensatez que impide relacionarse con Dios en la forma debida.
Cuando el Espíritu Santo está entronizado en el creyente, no hay inclinación de
quejarse o de murmurar cuando no se tiene todo lo que uno quisiera. Al contrario,
hay deseos de agradecer a Dios de todo corazón por las bendiciones recibidas.
Entre los que sirven al Señor existe una gran necesidad de ser más agradecidos. A
menos que desarrollemos el debido espíritu, no estaremos preparados para tener
un lugar en el reino de los cielos. Hay una gran tarea que debe realizarse en cada
uno de nosotros. Infelizmente comprendemos muy poco acerca de la gran obra
que Dios desea hacer por nuestro intermedio. Deberíamos tratar de alcanzar la
plenitud de sus planes, y obtener el mayor provecho de cada lección que él ha
tratado de enseñarnos.
Muchos asuntos perjudiciales, resultantes de la imaginación, ocupan el cora-
zón cuando tratamos de realizar nuestra voluntad, contraria a la ley de la bondad.
Es en este punto donde muchos fallan. No cultivamos una disposición bondadosa.
Deseamos que todo nos suceda con suma facilidad. La pregunta de mayor im-
portancia para cada uno de nosotros no debería ser cómo llevar adelante nuestros
propios planes en contra de los de otros, sino cómo tener el poder de vivir cada día
para Cristo. Jesús vino a la tierra a fin de dar su vida para que podamos alcanzar
la salvación eterna. Al circundarnos con la atmósfera del cielo, podremos dar al
mundo un ejemplo que honre la religión de Cristo.—
Manuscrito 15, 1912 Loma
Linda Messages, 602
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