Benevolencia, 22 de marzo
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad,
porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que
abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las
cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.
2 Corintios 9:7, 8
.
Cuando los corazones de los hombres han sido enternecidos por la presencia
del Espíritu de Dios, son más sensibles a las impresiones del Espíritu Santo, y
resuelven negarse a sí mismos y sacrificarse por la causa de Dios. Al brillar la
divina luz en las cámaras de la mente, con claridad y fuerza inusitadas, es cuando
los sentimientos del hombre natural quedan vencidos y el egoísmo pierde su poder
sobre el corazón y se despiertan los deseos de imitar al Modelo, Jesucristo, en la
práctica de la abnegación y la generosidad. Entonces la disposición del hombre
naturalmente egoísta se impregna de bondad y compasión hacia los pecadores
perdidos, y formula una solemne promesa a Dios como lo hicieron Abrahán y
Jacob.
En tales ocasiones los ángeles celestiales están presentes. El amor hacia Dios
y la gente triunfa sobre el egoísmo y el amor al mundo. Esto sucede especialmente
cuando el predicador, con el Espíritu y el poder de Dios, presenta el plan de
redención trazado por la Majestad celestial en el sacrificio de la cruz.
Dios le ha dado al creyente algo que hacer para lograr la salvación de sus
semejantes. Puede obrar en relación con Cristo haciendo actos de misericordia
y de beneficencia. Pero, no puede redimirlos porque es incapaz de satisfacer
las exigencias de la justicia insultada. Esto lo pudo hacer sólo el Hijo de Dios,
poniendo a un lado su honra y gloria, revistiendo de humanidad su divinidad, y
viniendo a la tierra para humillarse y derramar su sangre en favor de la familia
humana.
Al comisionar a sus discípulos para que fuesen “por todo el mundo” a predicar
el evangelio “a toda criatura (
Marcos 16:15
), Cristo encomendó a los hombres
la obra de difundir las buenas nuevas. Pero mientras algunos salen a predicar,
invita a otros a que satisfagan sus demandas en cuanto a los diezmos y ofrendas
con que sostener el ministerio y difundir la verdad en forma impresa por toda la
tierra.—
Joyas de los Testimonios 1:551, 552
.
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