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Generosidad, 21 de marzo
Que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su
profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.
2 Corintios
8:2
.
Venceremos el egoísmo y ejemplificaremos la mente de Cristo únicamente
cuando los propósitos cristianos sean conocidos en plenitud, la conciencia sea
despertada al deber, y la luz divina deje sus impresiones en el corazón y el carácter.
Cuando el Espíritu Santo obre en ellos, arrojarán todas las tendencias codiciosas y
los deseos engañosos.
Cuando un siervo del Señor es portador de un mensaje para la iglesia, es Dios
mismo quien habla al pueblo para despertar su conciencia a fin de que sepa que
no le ha entregado un diezmo fiel, y que se equivoca cuando le parece que no es
conveniente presentarle sus ofrendas. Utilizan el dinero del Señor con propósitos
personales al construir casas, comprar caballos, carruajes y tierras para obtener
buenos dividendos, mientras que cada año repiten la misma excusa para abstenerse
de dar. “¿Robará el hombre a Dios?”
Malaquías 3:8
. Por supuesto que puede.
Al no tener una mente espiritual, muchas veces incurre en este error por falta de
discernimiento.
En algunas ocasiones, el Señor obra decididamente en el corazón de los que
son mundanos y egoístas. Mediante el Espíritu Santo ilumina sus mentes y por
su influencia enternece y subyuga su corazón. Inspirados por un sentido de la
abundante gracia de Dios, llegan a considerar un deber el promover su causa y
construir su reino. Aceptan el consejo: “Haceos tesoros en el cielo, donde ni la
polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”.
Mateo 6:20
.
Desean tener parte en el reino de Dios y se comprometen a dar de sus recursos
para los proyectos de la causa del Señor. El compromiso no lo hacen con los
hombres, sino con Dios, en la presencia de sus santos ángeles, que obran en el
corazón de hombres que fueron egoístas y amadores del dinero.—
The Review and
Herald, 23 de mayo de 1893
.
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