Página 121 - Servicio Cristiano (1981)

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El despertar
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La invitación a ponerlo todo sobre el altar del servicio le llega a
cada uno. No se nos pide a todos que sirvamos como sirvió Eliseo,
ni somos todos invitados a vender cuanto tenemos; pero Dios nos
pide que demos a su servicio el primer lugar en nuestra vida, que
no dejemos transcurrir un día sin hacer algo que haga progresar su
obra en la tierra. El no espera de todos la misma clase de servicio.
Uno puede ser llamado al ministerio en una tierra extraña; a otro
se le pedirá tal vez que dé de sus recursos para sostener la obra
del Evangelio. Dios acepta la ofrenda de cada uno. Lo que resulta
necesario es la consagración de la vida y de todos sus intereses.
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Los que hagan esta consagración oirán el llamamiento celestial y le
obedecerán.—
La Historia de Profetas y Reyes, 165, 166
.
El hombre sabio del mundo, que medita y hace planes, y cuyo
negocio siempre ocupa su mente, debe llegar a ser sabio en los
asuntos de interés eterno. Si él pusiera tanta energía para obtener
los tesoros celestiales y la vida que se mide con la vida de Dios,
como el que dedica a obtener ganancias mundanas, ¡qué no podría
realizar!—
Testimonies for the Church 6:297
.
Dios conmoverá a los hombres que se hallan en posiciones
humildes para que proclamen el mensaje de la verdad presente.
Podrá verse a muchos de los tales apresurándose de aquí para allá,
constreñidos por el Espíritu de Dios a dar la luz a los que se hallan
en tinieblas. La verdad es como fuego en sus huesos, y los llena de
un deseo ardiente de iluminar a aquellos que se hallan en tinieblas.
Muchos, aun entre las personas de poca cultura, proclamarán la
Palabra de Dios. Los niños serán inducidos por el Espíritu Santo a
salir para declarar el mensaje del cielo. El Espíritu será derramado
sobre los que responden a sus impulsos. Desentendiéndose de las
reglas obligatorias humanas y de los movimientos cuidadosos, se
unirán al ejército del Señor.—
Testimonies for the Church 7:26, 27
.
La vida cristiana representada por el paisaje natural
El corazón que recibe la Palabra de Dios no es un estanque que
se evapora ni es una cisterna rota que pierde su tesoro. Es corno
el arroyo de las montañas, alimentado por manantiales inagotables,
cuyas aguas frescas y chispeantes saltan de roca en roca, refrigerando
a los cansados, sedientos y cargados. Es como un río que fluye