Página 260 - Servicio Cristiano (1981)

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Servicio Cristiano
manual. Su tierno amor compasivo condena nuestro egoísmo y la
dureza de nuestro corazón.—
Joyas de los Testimonios 3:298, 299
.
El motivo que nos impulsa a trabajar para Dios no debe tener
nada que se asemeje al egoísmo. La devoción abnegada y un espíritu
de sacrificio han sido siempre y seguirán siendo el primer requisito
de un servicio aceptable. Nuestro Señor y Maestro quiere que no
haya una sola fibra de egoísmo entretejida con su obra. Debemos
dedicar a nuestros esfuerzos el tacto y la habilidad, la exactitud y
la sabiduría, que el Dios de perfección exigió de los constructores
del tabernáculo terrenal; y sin embargo en todas nuestras labores
debemos recordar que los mayores talentos o los servicios más
brillantes son aceptables tan sólo cuando el yo se coloca sobre el
altar, como un holocausto vivo.—
La Historia de Profetas y Reyes,
47
.
De todos los hombres del mundo, los reformadores deben ser
los más desprendidos, los más bondadosos, los más corteses. En
sus vidas debe manifestarse la verdadera bondad de las obras de
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desprendimiento.—
El Ministerio de Curación, 147
.
Dejad de acongojaros
Las cosas irán mal por causa de los obreros no consagrados.
Podéis derramar lágrimas por el resultado de esto; pero no os acon-
gojéis. El bendito Maestro tiene toda su obra de un extremo a otro,
bajo su dominante vigilancia. Todo lo que él pide es que los obreros
acudan a él para recibir sus órdenes y obedezcan sus instrucciones.
Todo—nuestras iglesias, nuestras misiones, nuestras escuelas sabáti-
cas, nuestras instituciones—pesa sobre su divino corazón. ¿Por qué,
pues, acongojarse? El intenso anhelo de ver que la iglesia sea una
luz viva y resplandeciente, como Dios se ha propuesto que sea, debe
ser templado por una completa confianza en Dios.—
The Review
and Herald, 14 de noviembre de 1893
.
Cultivad la tranquilidad y confiad el cuidado de vuestras almas
a Dios como a un fiel Creador. El guardará aquello que ha sido
confiado a su cuidado. No se agrada en que cubramos su altar de
lágrimas y quejas. Tenéis ya bastante por lo cual alabar a Dios, si
no veis otra alma convertida. Pero la buena obra continuará sólo si
seguís adelante, y no tratáis de ajustar cada cosa a vuestras ideas.