Página 268 - Servicio Cristiano (1981)

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El Espíritu Santo
La promesa
A nosotros hoy, tan ciertamente como a los primeros discípulos,
nos pertenece la promesa del Espíritu. Dios dotará hoy a hombres
y mujeres del poder de lo alto, como dotó a los que, en el día de
Pentecostés, oyeron la palabra de salvación. En este mismo momento
su Espíritu y su gracia son para todos los que los necesitan y quieran
aceptar su palabra al pie de la letra.—
Joyas de los Testimonios
3:210
.
La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni
raza. Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con
sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora,
el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado
plenamente al Señor y a su servicio.—
Los Hechos de los Apóstoles,
40
.
Dios desea vivificar a su pueblo por el don de su Santo Espíritu,
bautizándolo de nuevo en su amor. No necesita manifestarse carencia
del Espíritu Santo en la iglesia. Después de la ascensión de Cristo, el
Espíritu Santo descendió sobre los discípulos que esperaban, oraban
y creían, con una plenitud que alcanzó a cada corazón. En el futuro,
la tierra ha de ser iluminada con la gloria de Dios. Una influencia
divina ha de emanar de los que están santificados por la verdad y
alcanzar al mundo. La tierra ha de ser circuída con una atmósfera
de gracia. El Espíritu Santo ha de obrar en los corazones humanos,
tomando las cosas de Dios y revelándolas a los hombres.—
The
Southern Watchman, 5 de septiembre de 1905
.
Es cierto que en el tiempo del fin, cuando la obra de Dios en
la tierra esté por terminar, los fervientes esfuerzos realizados por
los consagrados creyentes bajo la dirección del Espíritu Santo irán
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acompañados por manifestaciones especiales del favor divino. Ba-
jo la figura de la lluvia temprana y tardía que cae en los países
orientales al tiempo de la siembra y la cosecha, los profetas hebreos
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