Tener compañerismo con Jesús a través de la palabra, 24 de
abril
Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los
ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.
Hebreos 12:1, 2
.
Ningún hombre, ninguna mujer o ningún joven podrá lograr la perfección
cristiana si descuida el estudio de la Palabra de Dios. Al escudriñar cuidadosa
y atentamente su Palabra, obedeceremos la orden de Cristo: “Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas
son las que dan testimonio de mí”.
Juan 5:39
. Este estudio capacita al que lo
efectúa a observar atentamente el Modelo divino, pues ellas testifican de Cristo. El
Modelo debe ser examinado a menudo y con toda intención con el fin de imitarlo.
A medida que los seres humanos llegan a estar familiarizados con la historia
del Redentor, descubren en sí mismos defectos de carácter; su falta de semejanza
a Cristo es tan grande, que no pueden ser sus seguidores sin efectuar un gran
cambio en su vida. Continúan estudiando, con un deseo de ser iguales a su gran
Ejemplo; captan las miradas, el espíritu de su amado Maestro; observando se
transforman. “Puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús”. No
está en desviar la mirada de él, y en perderlo de vista como imitamos la vida de
Jesús; sino posesionándonos de él, hablando acerca de él y tratando de refinar el
gusto y elevar el carácter; procurando acercarnos al Modelo perfecto, por medio
de un esfuerzo ferviente y perseverante, por medio de la fe y el amor.
Al estar la atención fijada en Cristo, su imagen pura y sin mancha llega a estar
atesorada en el corazón como “señalado entre diez mil... y todo él codiciable”.
Cantares 5:10, 16
. Aun inconscientemente imitaremos aquello que nos es familiar.
Al tener un conocimiento de Cristo, de sus palabras, sus hábitos, sus lecciones
de instrucción, y copiando sus virtudes de carácter, las que hemos estudiado tan
íntimamente, llegaremos a estar imbuidos con el espíritu del Maestro a quien
hemos admirado tanto...
La Palabra de Dios hablada al corazón tiene un poder vivificante, y los que
inventen una excusa para descuidar el llegar a familiarizarse con ella, desatende-
rán las demandas de Dios en muchos respectos. El carácter se deformará y sus
palabras y hechos serán un oprobio para la verdad.—
The Review and Herald, 28
de noviembre de 1878
.
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