Hacer el bien en sábado, 12 de mayo
Porque el Hijo del Hombre es Señor el día de reposo... es lícito hacer el bien
en los días de reposo.
Mateo 12:8, 12
.
Jesús tenía lecciones que deseaba darle a sus discípulos para que cuando él
no estuviera más con ellos, no fueran engañados por las astutas falsificaciones de
los sacerdotes y gobernantes con respecto a la correcta observancia del sábado.
Quitaría del sábado las tradiciones y las exacciones con que lo habían cargado los
sacerdotes y gobernantes.
Al pasar por un sembrado en un día de sábado, él y sus discípulos tenían
hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. “Viéndolo los fariseos, le
dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo”.
Mateo 12:2
. Para responder a su acusación, Jesús se refirió a la acción de David y
los que con él estaban, diciendo: “¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y
los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios y comió
los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él
estaban, sino solamente a los sacerdotes? ¿O no habéis leído en la ley, cómo en
el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo y son sin
culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí”.
Mateo 12:3-6
.
Si la excesiva hambre disculpó a David de violar aun la santidad del Santuario,
e hizo su acto libre de culpa, ¡cuánto más disculpable era el simple acto de los
discípulos de arrancar espigas y comerlas en el día sábado! Jesús quería enseñar a
sus discípulos y a sus enemigos que el servicio de Dios está antes que cualquier
otra cosa; y que si el cansancio y el hambre acompañaban al trabajo, era correcto
satisfacer las necesidades de la humanidad aun en el día sábado...
Las obras de misericordia y de necesidad no son transgresión de la ley. Dios
no condena esas cosas. Jesús declaró que el acto de misericordia y de necesidad
al pasar por los sembrados, de arrancar espigas y restregarlas con las manos, y
comerlas para satisfacer el hambre, estaba de acuerdo con la ley que él mismo
había promulgado desde el Sinaí. De esa manera se declaró sin culpa ante los
escribas, gobernantes y sacerdotes, ante el universo celestial, ante los ángeles
caídos y ante los hombres caídos.—
The Review and Herald, 3 de agosto de 1897
.
[140]
143