Página 181 - Ser Semejante a Jes

Basic HTML Version

El servicio público exige una integridad estricta, 14 de junio
No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los
príncipes la sidra; no sea que bebiendo olviden la ley, y perviertan el
derecho de todos los afligidos.
Proverbios 31:4, 5
.
Las personas intemperantes no debieran ser colocadas en situaciones de con-
fianza por el voto del pueblo. Su influencia corrompe a otros, y graves respon-
sabilidades están en juego. Con cerebro y nervios nublados por el tabaco y los
estimulantes, ellos hacen una ley de su propia naturaleza, y cuando se disipa la
influencia inmediata [de los estimulantes o licores] se produce un colapso. Con
frecuencia la vida humana se encuentra en la balanza; de la decisión de los que
ocupan esos cargos de confianza dependen la vida y la libertad, o la prisión y la
angustia. Cuán necesario es que todos los que tienen parte en esas transacciones
sean personas probadas, personas de cultura propia, personas honradas y veraces,
de firme integridad, que desprecien el cohecho, que no permitan que su juicio o sus
convicciones acerca de lo correcto sean torcidos por la parcialidad o el prejuicio.
Así dice Jehová: “No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito. De
palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no
justificaré al impío. No recibirás presente; porque el presente ciega a los que lo
ven, y pervierte las palabras de los justos”.
Éxodo 23:6-8
.
Solamente los hombres y las mujeres estrictamente temperantes e íntegros
debieran ser admitidos en nuestras cámaras legislativas y elegidos para presidir
en nuestros tribunales. La propiedad, la reputación y aun la vida misma están
inseguras, libradas al juicio de los que son intemperantes e inmorales. ¡Cuántas
personas inocentes han sido condenadas a muerte, a cuántas más se las ha privado
de todas sus posesiones terrenales por la injusticia de jurados, abogados, testigos
y aun jueces adictos a la bebida!...
Hoy se necesitan personas que sean como Daniel, personas que posean la
abnegación y el valor de ser reformadores radicales en favor de la temperancia.
Que todo cristiano comprenda que su ejemplo y su influencia deben estar del lado
de la reforma. Sean los ministros del evangelio fieles en instruir y amonestar al
pueblo. Y recordemos todos que nuestra felicidad en los dos mundos depende del
progreso que hayamos hecho en uno.—
La Temperancia, 42, 43, 210, 211
.
[173]
177