Manejar dinero para recibir la aprobación de Dios, 17 de junio
Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón.
Mateo 6:20, 21
.
Muchos padres y muchas madres son pobres en medio de la abundancia.
Reducen, en cierto grado, sus propias comodidades personales y con frecuencia
se privan de aquellas cosas que son necesarias para el goce de la vida y la salud,
mientras tienen abundantes recursos a su disposición. Por decirlo así, se sienten
como impedidos de usar sus recursos para su propia comodidad o para propósitos
de caridad. Tienen una meta ante ellos, la cual es ahorrar recursos para dejárselos
a sus hijos.
Esta idea es tan prominente, está tan entretejida en todas sus acciones, que
sus hijos aprenden a mirar hacia el futuro, al momento cuando esa propiedad sea
suya. Dependen de ella, y esta perspectiva tiene una influencia importante pero no
favorable sobre sus caracteres. Algunos llegan a ser derrochadores, otros llegan
a ser egoístas y ambiciosos, y aún otros se vuelven indolentes y atolondrados.
Muchos no cultivan hábitos de economía; no buscan llegar a tener confianza
en sí mismos. Viven sin propósito y apenas tienen estabilidad de carácter. Las
impresiones recibidas en la niñez y juventud se introducen poco a poco en la
textura del carácter, y llegan a ser el principio de acción en la vida adulta...
Con la luz de la Palabra de Dios, tan simple y clara con referencia al dinero
prestado a los mayordomos, y con las advertencias y los reproches que Dios ha
dado a través de los
Testimonios
en relación con la disposición de los recursos;
si, con toda esta luz ante ellos, los hijos directa o indirectamente influyen en
sus padres para dividir su propiedad mientras viven, o si los padres la dejan
mayormente como herencia a los hijos para que pase a sus manos después de su
fallecimiento, toman sobre sí responsabilidades tremendas.
Los hijos de padres ancianos que profesan creer la verdad deberían, en el temor
de Dios, recomendar y suplicar a sus padres que sean fieles a su profesión de
fe, y sigan un proceder con respecto a sus recursos que Dios pueda aprobar. Los
padres deberían acumular para sí mismos tesoros en el cielo, disponiendo ellos
mismos de sus medios para el avance de la causa de Dios. No deberían despojarse
a sí mismos del tesoro celestial, dejando un excedente de recursos a los que ya
tienen suficiente; porque al hacerlo así no sólo se privan del precioso privilegio
de hacerse un tesoro inagotable en los cielos, sino que roban a la tesorería de
Dios.—
Testimonies for the Church 3:119, 120
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