Mostramos amor divino al ser misericordiosos, 24 de junio
Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad
sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos.
Salmos
103:17, 18
.
La misericordia es un atributo que el agente humano puede compartir con
Dios. Como Cristo lo hizo, así también uno puede asirse del brazo divino y estar en
comunión con el poder divino. Nos ha sido señalado un servicio de misericordia
que realizar por nuestros semejantes. Al cumplir dicho servicio, estamos trabajando
juntamente con Dios. Por lo tanto, hacemos bien en ser misericordiosos así como
nuestro Padre en los cielos es misericordioso.
Dios dice: “Misericordia quiero, y no sacrificio”.
Mateo 9:13
. La misericordia
es bondadosa, compasiva. La misericordia y el amor de Dios purifican el alma,
embellecen el corazón y limpian la vida de egoísmo. La misericordia es una
manifestación del amor divino, y se muestra en los que, identificados con Dios, le
sirven reflejando la luz del cielo sobre la senda de sus semejantes.
La condición de muchas personas requiere el ejercicio de la genuina mise-
ricordia. Los cristianos, en su trato el uno con el otro, deben ser regidos por
principios de misericordia y amor. Deben utilizar cada oportunidad para ayudar a
sus semejantes en desgracia. El deber de todo cristiano está claramente trazado
en las palabras: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis
condenados; perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena,
apretada, remecida y rebosando”. “Como queréis que hagan los hombres con
vosotros, así también haced vosotros con ellos”.
Lucas 6:37, 38, 31
. Éstos son los
principios que haremos bien en fomentar.
Que los que deseen perfeccionar un carácter semejante al de Cristo, mantengan
siempre en vista la cruz en la que Cristo murió una muerte cruel para redimir a la
humanidad. Que siempre alberguen el mismo espíritu misericordioso que llevó al
Salvador a hacer un sacrificio infinito por nuestra redención.—
The Signs of the
Times, 21 de mayo de 1902
. Ver
En Lugares Celestiales, 240, 292
.
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