Jesús requiere una entrega sin reservas, 2 de julio
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Lucas 10:27
.
El Señor los está examinando y probando. Él ha dado consejos, ha amonestado
y rogado. Todas estas solemnes advertencias o mejorarán a la iglesia o la harán
decididamente peor. Mientras hable el Señor para corregir y amonestar, y ustedes
desprecien su voz, más inclinados estarán a rechazarla una y otra vez, hasta que
Dios diga: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo
quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no
quisisteis... Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y
no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de
Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán
del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos”.
Proverbios
1:24, 25, 28-31
.
¿No están claudicando ante dos opiniones? ¿No son negligentes al no hacer
caso a la luz que Dios les ha dado? Cuídense, hermanos, de que ninguno de
ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios
vivo. No conocen el tiempo de su visitación. El gran pecado de los judíos fue
el menosprecio y rechazo de las oportunidades presentes. Al contemplar Jesús
la condición en que están sus seguidores hoy, lo que ve es una vil ingratitud, un
formalismo hueco, una insinceridad hipócrita, un orgullo farisaico y una apostasía.
Las lágrimas derramadas por Jesús en la cima del Monte de las Olivas fueron
por la impenitencia e ingratitud de cada ser humano hasta el fin del tiempo. Ve
que su amor es despreciado. Los atrios del templo del alma se han convertido en
lugares de tráfico profano. Egoísmo, avaricia, malicia, envidia, orgullo y pasión,
todo eso está atesorado en el corazón. Sus amonestaciones son rechazadas y
ridiculizadas, sus embajadores tratados con indiferencia y sus palabras vistas
como cuentos ociosos. Jesús ha hablado mediante sus misericordias, pero ellas
han sido ignoradas; ha hablado por medio de solemnes advertencias, pero éstas
han sido rechazadas.
Les ruego a quienes han profesado la fe por mucho tiempo y todavía le
rinden un homenaje superficial a Cristo: no engañen a su alma. Lo que Jesús
aprecia es el corazón entero. La lealtad del alma es lo único que vale ante la
vista de Dios. ¡Cómo quisiera que hoy supiera lo que le puede traer paz!
“A
usted... también a usted”
.
En este momento Cristo está dirigiéndose a usted
personalmente, inclinándose desde su trono, suspirando con ternura compasiva
por los que no están conscientes de su peligro, quienes no tienen compasión de sí
mismos.—
Testimonies for the Church 5:72, 73
.
[191]
197