Orar para reflejar el insondable amor de Cristo, 12 de enero
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
Romanos 8:32
.
¿Quién puede medir el amor que sintió Cristo por el mundo perdido mientras
pendía de la cruz sufriendo por los pecados de la raza culpable? Este amor fue
inconmensurable, infinito.
Cristo demostró que su amor era más fuerte que la muerte. Estaba cumpliendo
la salvación de la humanidad; y aunque sostenía el más espantoso conflicto con
las potestades de las tinieblas, en medio de todo ello su amor se intensificaba...
Pagó el precio para comprar la redención de la humanidad cuando, en la última
lucha de su alma, expresó las palabras bienaventuradas que parecieron repercutir
por toda la creación: “Consumado es”...
No podemos medir la longitud, anchura, altura y profundidad de un amor tan
asombroso. La contemplación de las profundidades inconmensurables del amor
del Salvador debieran llenar la mente, conmover y enternecer el alma, refinar y
elevar los afectos, y transformar completamente todo el carácter...
Algunos tienen opiniones limitadas acerca de la expiación. Piensan que Cristo
sufrió tan sólo una pequeña parte de la penalidad de la ley de Dios; suponen
que, aunque el amado Hijo de Dios soportó la ira de Dios, fue porque él primero
advertía a través de sus dolorosos sufrimientos el amor y la aceptación del Padre;
que los portales de la tumba se iluminaron delante de él con radiante esperanza, y
que tenía evidencias constantes de su gloria futura. Este es un gran error. La más
punzante angustia de Cristo provenía de que él comprendía el desagrado de su
Padre. La agonía que esto le causaba era tan intensa, que el ser humano puede
apreciarla tan sólo débilmente...
Este es un amor que ningún lenguaje humano puede expresar, pues supera
todo conocimiento. Grande es el misterio de la piedad. Nuestra alma debe ser
vivificada, elevada y arrobada por el tema del amor del Padre y del Hijo hacia
el ser humano. Los discípulos de Cristo deben aprender aquí a reflejar en cierto
grado este misterioso amor; así se prepararán para unirse con todos los redimidos
que atribuirán “al que está sentado en el trono, y al Cordero... la alabanza, la honra,
la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”.
Apocalipsis 5:13
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Joyas de los
Testimonios 1:229, 230, 232
.
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