Ser fiel en las tareas pequeñas y comunes, 15 de julio
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
2 Timoteo
2:15
.
Por su fidelidad en las cosas pequeñas, Eliseo se estaba preparando para cum-
plir otros cometidos mayores. Día tras día, por medio de la experiencia práctica,
adquiría idoneidad para una obra más amplia y elevada. Aprendía a servir; y
al aprender esto, aprendía también a dar instrucciones y a dirigir. Esto encierra
una lección para todos. Nadie puede saber lo que Dios se propone lograr con
sus disciplinas; pero todos pueden estar seguros de que la fidelidad en las cosas
pequeñas es evidencia de idoneidad para llevar responsabilidades mayores...
El que considera que no tiene importancia la manera en que cumple las tareas
más pequeñas, demuestra que no está preparado para un puesto de más honra.
Puede considerarse muy competente para encargarse de los deberes mayores; pero
Dios mira más hondo que la superficie. Después de la prueba, queda escrita esta
sentencia contra él: “Pesado ha sido en balanza, y fue hallado falto” ver
Daniel
5:27
. Su infidelidad reacciona sobre él mismo. No obtiene la gracia, el poder, la
fuerza de carácter, que se reciben como consecuencia de una entrega sin reservas.
Por no estar relacionados con alguna obra directamente religiosa, muchos
consideran que su vida es inútil, que nada hacen para hacer progresar el reino de
Dios. Si tan sólo pudiesen hacer algo grande, ¡con cuánto gusto lo emprenderían!
Pero porque sólo pueden servir en cosas pequeñas, se consideran justificados por
no hacer nada. En esto yerran...
Muchos sienten el anhelo de poseer algún talento especial con qué hacer una
obra maravillosa, mientras pierden de vista los deberes que tienen a mano, cuyo
cumplimiento llenaría la vida de fragancia. Ejecuten los padres los deberes que se
encuentran directamente en su camino. El éxito no depende tanto del talento como
de la energía y de la buena voluntad. No es la posesión de talentos magníficos lo
que nos habilita para prestar un servicio aceptable, sino el cumplimiento concien-
zudo de los deberes diarios, el espíritu contento, el interés sincero y sin afectación
por el bienestar de los demás. En la suerte más humilde puede hallarse verdadera
excelencia. Las tareas más comunes, realizadas con una fidelidad impregnada de
amor, son hermosas a la vista de Dios.—
La Historia de Profetas y Reyes, 163,
164
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