Cooperar con Dios en el trabajo promueve la felicidad, 7 de
agosto
Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y
bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
1 Corintios 4:12
.
En ocasión de la creación, el trabajo fue establecido como una bendición.
Implicaba desarrollo, poder y felicidad. El cambio producido en la condición de
la tierra, debido a la maldición del pecado, ha modificado también las condiciones
del trabajo, y aunque ahora va acompañado de ansiedad, cansancio y dolor, sigue
siendo una fuente de felicidad y desarrollo. Es también una salvaguardia contra la
tentación. Su disciplina pone freno a la complacencia y promueve la laboriosidad,
la pureza y la firmeza. De este modo forma parte del gran plan de Dios para que
nos repongamos de la caída.
Se debiera inducir a los jóvenes [y otros] a apreciar la verdadera dignidad
del trabajo. Muéstreseles que Dios obra constantemente. Todas las cosas de la
naturaleza cumplen la tarea que se les ha asignado. Se ve actividad en toda la
creación, y, para cumplir nuestra misión, nosotros también debemos ser activos.
Al trabajar debemos ser colaboradores con Dios. Nos da la tierra y sus tesoros,
pero nosotros tenemos que adaptarlos a nuestro uso y nuestra comodidad. Hace
crecer los árboles, pero nosotros preparamos la madera y construimos la casa. Ha
escondido en la tierra la plata y el oro, el hierro y el carbón, pero sólo podemos
obtenerlos mediante el trabajo perseverante...
Aunque Dios ha creado todas las cosas y las dirige constantemente, nos ha
dotado de un poder que no es enteramente diferente del suyo. Se nos ha concedido
cierto dominio sobre las fuerzas de la naturaleza. Tal como Dios sacó del caos
la tierra con toda su belleza, nosotros podemos extraer poder y belleza de la
confusión. Y aunque todas las cosas están ahora mancilladas por el pecado,
sentimos, sin embargo, cuando terminamos algo, un gozo semejante al de Dios
cuando, al contemplar la hermosa tierra, dijo que todo era “bueno en gran manera”.
En general podemos decir que el ejercicio más benéfico para la juventud es el
trabajo útil. El niño halla en el juego a la vez diversión y desarrollo, y sus deportes
deberían ser de tal naturaleza que promovieran no sólo su crecimiento físico, sino
también el mental y espiritual. Cuando aumentan su fuerza y su inteligencia, su
mejor recreación la encontrará en algún esfuerzo útil. Lo que adiestra la mano
para la labor útil, y enseña al joven a asumir las responsabilidades de la vida,
es sumamente eficaz para promover el desarrollo de la mente y el carácter.—
La
Educación, 214, 215
.
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