Página 259 - Ser Semejante a Jes

Basic HTML Version

“Una fuente inagotable de instrucción y delicia”, 28 de agosto
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber si tienes
inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas si lo sabes? ¿O quién extendió
sobre ella cordel?
Job 38:4, 5
.
Adán y Eva estaban encargados del cuidado del jardín, para que lo guardasen
y lo labrasen. Aunque poseían en abundancia todo lo que el Dueño del universo
les podía proporcionar, no debían estar ociosos. Se les había asignado como
bendición una ocupación útil, que había de fortalecer su cuerpo, ampliar su mente
y desarrollar su carácter.
El libro de la naturaleza, al desplegar ante ellos sus lecciones vivas, les pro-
porcionaba una fuente inagotable de instrucción y deleite. El nombre de Dios
estaba escrito en cada hoja del bosque y en cada piedra de las montañas, en toda
estrella brillante, en el mar, el cielo y la tierra. Los moradores del Edén trataban
con la creación animada e inanimada; con las hojas, las flores y los árboles, con
toda criatura viviente, desde el leviatán de las aguas hasta el átomo en el rayo del
sol, y aprendían de ellos los secretos de su vida. La gloria de Dios en los cielos,
los mundos innumerables con sus movimientos prefijados, “las diferencias de las
nubes” (
Job 37:16
), los misterios de la luz y del sonido, del día y de la noche,
todos eran temas de estudio para los alumnos de la primera escuela de la tierra.
El infinito Autor de todo abría a su mente las leyes y operaciones de la
naturaleza, y los grandes principios de verdad que gobiernan el universo espiritual.
Sus facultades mentales y espirituales se desarrollaban en la “iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios” (
2 Corintios 4:6
), y disfrutaban de los más
elevados placeres de su santa existencia.
No sólo el Jardín del Edén, sino toda la tierra era sumamente hermosa al salir
de la mano del Creador. No la desfiguraba ninguna mancha de pecado ni sombra
de muerte. La gloria de Dios “cubrió los cielos y la tierra se llenó de alabanza”.
Habacuc 3:3
...
El huerto del Edén era una representación de lo que Dios deseaba que llegase
a ser toda la tierra, y su propósito era que a medida que la familia humana creciera
en número, estableciese otros hogares y escuelas semejantes a los que él había
dado. De ese modo, con el transcurso del tiempo, toda la tierra debía ser ocupada
por hogares y escuelas donde se estudiaran la Palabra y las obras de Dios, y donde
los estudiantes se preparasen para reflejar cada vez más plenamente, a través de
los siglos sin fin, la luz del conocimiento de su gloria.—
La Educación, 21, 22
.
[248]
255