Decirles a otros que amen y obedezcan a Cristo, 1 de
septiembre
Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que
me conozcáis y creáis y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue
formado dios, ni lo será después de mí.
Isaías 43:10
.
Satanás está tentando constantemente a los seres humanos para desviarlos de la
fidelidad y de la consumación de las obras esenciales de preparación para el gran
evento que probará el alma de cada persona. La obra en el Santuario celestial está
avanzando. Jesús está purificando el Santuario. La obra en la tierra se corresponde
con la obra en el cielo. Los ángeles celestiales están trabajando constantemente
para llamar la atención de los seres humanos, el instrumento viviente, hacia la
contemplación y meditación en Jesús, para que mirando la perfección de Cristo
sean impresionados por las imperfecciones de sus propios caracteres. Cristo...
declaró que el Consolador prometido “testificará de mí”. Esta es la carga del
mensaje para este tiempo...
Hablen como Cristo habló. Trabajen como Cristo trabajó. Debemos mirar a
Cristo y vivir. Al contemplar su hermosura, desearemos practicar sus virtudes y su
justicia. Contemplando a Cristo somos transformados a su imagen, y renunciando
a nosotros mismos al dar nuestro corazón completamente a Jesús para que su
Espíritu nos refine, ennoblezca y eleve, estaremos en comunión íntima con el
mundo futuro, bañados por los rayos brillantes del Sol de justicia. Nos alegramos
con gozo inefable y glorioso. Entonces se nos encomienda que vayamos a otras
ciudades y pueblos a llevar las buenas nuevas con el corazón encendido del amor
divino, aun a los que están lejos, a todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios
llame.
Comuniquemos a otros las benditas verdades de su Palabra, y obedeciendo las
palabras de Cristo, permanezcamos en su amor. Él nos insta a que por el amor que
le tenemos guardemos sus mandamientos. Lo hace, no para impulsarnos a hacer
cosas imposibles, sino porque sabe lo que significa guardar los mandamientos de su
Padre. Quiere que cada alma que escuche su invitación, invite a otros a escucharla
y a recibir sus preciosos dones, porque sabe que al guardar los mandamientos
de Dios no caeremos en servil esclavitud, sino que seremos hechos libres por
medio de la sangre de Jesucristo. “En guardarlos [sus mandamientos] hay grande
galardón”.
Salmos 19:11
.
Díganlo a otros con la pluma y la voz, con piedad, humildad y amor, repre-
sentando el carácter de Cristo. “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que
oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente”.
Apocalipsis 22:17
.—
Alza tus Ojos, 342
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