La ganancia de almas crea necesidad por el espíritu sermons
and talks, 25 de septiembre
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha
nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad
las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
Isaías 60:1, 2
.
Nuestro Redentor pasó noches enteras en oración con su Padre; y el fundamen-
to de la iglesia cristiana y de la actividad misionera fue puesto en el mismísimo
elemento de oración. Los discípulos estaban unánimes juntos en un lugar, invo-
cando al Señor para que pudiera venir sobre ellos el derramamiento del Espíritu
Santo.
Mientras el Espíritu Santo se da copiosamente a través de varios canales,
cuanto más lo buscamos, más amplia será su difusión. Por eso, en la obra ferviente
que se está haciendo para salvar almas, habrá necesidad de volver a la Fuente de
poder, y de esa manera se establecerá una comunicación habitual entre el alma
y Dios. Haremos uso constantemente de la fuente del agua de vida, y nunca se
agotará.
La obra es progresiva: acción y reacción. El amor y la devoción a Dios vigo-
rizarán la benevolencia, y la benevolencia incrementará la fe y la espiritualidad.
Oh, ¡cuánto necesitamos divina sabiduría! “Y si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le
será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a
la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a la otra. No
piense pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”.
Santiago 1:5-7
.
¡Qué seguridad es esta! Tomemos la promesa al pie de la letra. El Señor desea
que vayamos a él en plena certidumbre de fe, creyendo en su Palabra, de que hará
exactamente como dijo que haría.
Ojalá que sintamos la importancia de educar a cada miembro individual de la
iglesia para hacer algo. Debemos individualmente sentir la solemne obligación
que tenemos como cristianos para poner en actividad todos los recursos y las
capacidades que nos fueron confiados divinamente, para hacer, al máximo de su
capacidad, la obra que el Señor espera que hagan los cristianos.
Necesitamos más fe, más talentos santificados. Delante de nosotros están
motivos más elevados y ennoblecedores. No tenemos tiempo, ni palabras, para
gastar en polémicas... Se necesita fuerza y actividad santificada. Los ejércitos de
los cielos están en movimiento, ¿y dónde está el agente humano para cooperar
con Dios?—
Testimonies to Southern Africa, 43, 44
.
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