Página 291 - Ser Semejante a Jes

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Consagrar el yo, y después buscar a las almas que perecen, 28
de septiembre
Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad
calzada en la soledad a nuestro Dios.
Isaías 40:3
.
¿Sienten el poder santificador de la verdad sagrada en el corazón, la vida y
el carácter? ¿Tienen la seguridad de que Dios, por causa de su querido Hijo, ha
perdonado sus pecados? ¿Están luchando para vivir con una conciencia libre de
ofensa hacia Dios y la humanidad? ¿Ruegan a menudo a Dios en favor de sus
amigos y vecinos? Si hicieron la paz con Dios, y colocaron todo en el altar, pueden
ocuparse con provecho en el servicio de ganar almas.—
The Church Officers’
Gazette, septiembre de 1914
.
Al poner en práctica cualquier plan establecido para llevar a todos el cono-
cimiento de la verdad presente, y de las maravillosas providencias relacionadas
con el progreso de la causa, en primer lugar consagrémonos nosotros mismos
plenamente a Aquel cuyo nombre deseamos exaltar. Oremos fervorosamente en
beneficio de quienes deseamos visitar llevándolos con fe viviente, uno a uno, ante
la presencia de Dios
El Señor conoce nuestros pensamientos y propósitos, ¡y con cuánta facilidad
puede enternecernos! ¡Cómo su Espíritu, como un fuego, puede subyugar el
corazón empedernido! ¡Cómo puede llenar el alma de amor y ternura! ¡Cómo
puede darnos las gracias de su Espíritu Santo y capacitarnos para salir a trabajar
por las almas!
El poder de la gracia subyugadora debe sentirse en toda la iglesia en esta
época; y se sentirá si prestamos atención a los consejos de Cristo dados a sus
seguidores. A medida que aprendamos a adornar la doctrina de Cristo nuestro
Salvador, ciertamente veremos la salvación de Dios.
A todos los que están por encargarse de una tarea misionera especial, quiero
decirles: “Sean diligentes en sus esfuerzos; vivan bajo la dirección del Espíritu
Santo. Aumenten diariamente su experiencia cristiana. Que los que poseen apti-
tudes especiales trabajen por los que no creen, tanto en los lugares acomodados
como en los lugares humildes. Busquen diligentemente a las almas que perecen.
Piensen en el gran deseo que Cristo tiene de llevar a su redil nuevamente a los que
se han descarriado”.
Busquen a las almas como quienes saben que han de rendir cuentas por ellas.
Mediante la obra misionera que realicen en la iglesia y en el vecindario, hagan
brillar su luz con rayos claros y definidos con el fin de que ninguna persona pueda
levantarse en el juicio y decir: “¿Por qué no me hablaron acerca de la verdad? ¿Por
qué no se preocuparon de mi alma?”—
Consejos sobre Mayordomía Cristiana,
198, 199
.
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