Página 319 - Ser Semejante a Jes

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Para tener una mente sana, seguir los principios de la
temperancia, 24 de octubre
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser,
espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de
nuestro Señor Jesucristo.
1 Tesalonicenses 5:23
.
El apóstol nos suplica: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo agradable a Dios,
que es vuestro culto racional”...
Cuando practicamos un régimen de comida y bebida que disminuye el vigor
mental y físico, o somos hechos presa de hábitos que tienden hacia ese resultado,
deshonramos a Dios, porque le robamos el servicio que él exige de nosotros. Los
que adquieren y fomentan el apetito artificial por el tabaco, lo hacen a expensas
de la salud. Están destruyendo la energía nerviosa, cercenando la fuerza vital y
sacrificando la fortaleza mental.
Los que profesan ser seguidores de Cristo y tienen este terrible pecado en la
puerta, no pueden tener una elevada apreciación de la expiación y una alta estima
de las cosas eternas. Las mentes que están ofuscadas y parcialmente paralizadas
por sustancias malsanas, son vencidas fácilmente por la tentación, y no pueden
gozar de la comunión con Dios.
Los que fuman tienen argumentos muy pobres para disuadir al adicto al alcohol.
Dos tercios de los borrachos de nuestro país contrajeron el vicio del licor por
causa del hábito de fumar. Los que aseguran que el tabaco no les perjudica pueden
convencerse de su error absteniéndose del mismo durante unos pocos días: los
nervios agitados, la cabeza aturdida y la irritabilidad que sienten les probarán que
esta complacencia pecaminosa los ha reducido a la servidumbre. Ha vencido el
poder de su voluntad. Son esclavos de un vicio terrible en sus resultados...
Dios requiere que su pueblo sea templado en todas las cosas. El ejemplo de
Cristo, durante su largo ayuno en el desierto, debería enseñar a sus seguidores
a rechazar a Satanás cuando viene bajo el disfraz del apetito. Entonces podrían
tener influencia para reformar a los que han sido extraviados por la indulgencia, y
han perdido el poder moral para vencer la debilidad y el pecado que han tomado
posesión de ellos. Así los cristianos pueden asegurarse su salud y felicidad en
una vida pura y bien ordenada, y con una mente clara y sin mancha delante de
Dios.—
The Signs of the Times, 6 de enero de 1876
. Ver también
La Temperancia,
57, 64, 55, 142
.
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