El efecto sigue a la causa, y produce salud o enfermedad, 23 de
octubre
O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto
malo; porque por el fruto se conoce al árbol.
Mateo 12:33
.
Adán y Eva en el Edén eran de noble estatura, y perfectos en simetría y belleza.
Eran sin pecado y tenían perfecta salud. ¡Qué contraste con la raza humana actual!
La belleza ha desaparecido. La perfecta salud es desconocida. Doquiera que
miremos vemos enfermedad, deformidad e imbecilidad...
Desde la caída ha existido la intemperancia en todas sus formas. El apetito ha
dominado a la razón. La familia humana ha seguido una conducta de desobedien-
cia, y como Eva, ha sido engañada por Satanás para descuidar las prohibiciones
que Dios ha establecido, haciéndose la ilusión de que las consecuencias no serían
tan terribles como se había creído. La familia humana ha violado las leyes de la
salud y ha ido a los excesos en casi todo. La enfermedad ha estado aumentando
firmemente. La causa ha sido seguida por el efecto.
Dios dio a nuestros padres los alimentos que él se propuso que debía comer
la raza humana. Era contrario a su plan quitar la vida de alguna criatura. No
debía haber muerte en el Edén. Los frutos de los árboles del jardín constituían
el alimento que requerían sus necesidades. Dios no le dio permiso para comer
animales hasta después del diluvio...
Muchos se maravillan de que la humanidad haya degenerado tanto, física,
mental y moralmente. No entienden que es la violación de la constitución y las
leyes de Dios, y la transgresión de las leyes de la salud, lo que ha producido esta
triste degeneración. La transgresión de los mandamientos de Dios ha hecho que el
Señor retrajera su mano que imparte prosperidad. La intemperancia en el comer
y el beber, y la complacencia de las bajas pasiones, ha entumecido las delicadas
sensibilidades de manera que las cosas sagradas han sido puestas al nivel de las
cosas humanas...
Muchos han esperado que Dios los preservara de la enfermedad meramente
porque le pidieron que lo hiciera. Pero Dios no escuchó sus oraciones, porque
su fe no se perfeccionó por medio de las obras... Dios no obrará un milagro
para preservar de la enfermedad a quienes no se cuidan a sí mismos, sino que
están continuamente violando las leyes de la salud y no hacen ningún esfuerzo
para prevenir la enfermedad.—
The Review and Herald, 2 de abril de 1914
. Ver
Consejos sobre el Régimen Alimenticio, 171, 95, 73, 29
.
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