Arrepintámonos y recibamos el manto de justicia de Cristo, 5
de diciembre
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo
aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Lucas 11:9, 10
.
Hemos de entregar nuestro corazón a Dios para que pueda renovarnos y
santificarnos, y prepararnos para los atrios celestiales. No hemos de esperar que
llegue algún tiempo especial, sino que hoy hemos de entregarnos a él, rehusando
ser siervos del pecado. ¿Se imaginan que pueden desprenderse del pecado poco
a poco? ¡Oh, despréndanse de esa cosa maldita inmediatamente! Aborrezcan
las cosas que aborrece Cristo, amen las cosas que ama Cristo. Por su muerte y
sufrimiento, ¿acaso no ha provisto lo necesario para su limpieza del pecado?
Cuando comenzamos a comprender que somos pecadores, y caemos sobre la
Roca para ser quebrantados, nos rodean los brazos eternos y somos colocados cerca
del corazón de Jesús. Entonces seremos cautivados por su belleza y quedaremos
disgustados con nuestra propia justicia. Necesitamos acercarnos a los pies de la
cruz. Mientras más nos humillemos allí, más excelso nos parecerá el amor de Dios.
La gracia y la justicia de Cristo no serán de utilidad para el que se siente sano,
para el que piensa que es razonablemente bueno, que está contento con su propia
condición. No hay lugar para Cristo en el corazón de aquel que no comprende su
necesidad de luz y ayuda divinas.
Jesús dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino
de los cielos”.
Mateo 5:3
. Hay plenitud de gracia de Dios, y podemos tener el
espíritu y el poder divinos en gran medida. No se alimenten con las cáscaras de la
justicia propia, sino vayan al Señor. Él tiene el mejor manto para ponerles, y sus
brazos están abiertos para recibirlos...
Ustedes son probados por Dios mediante la Palabra de Dios. No han de esperar
emociones maravillosas antes de creer que Dios les ha oído. Los sentimientos no
han de ser la norma de ustedes, pues las emociones son tan mutables como las
nubes. Deben tener algo sólido como fundamento de su fe. La Palabra del Señor
es una Palabra de infinito poder, en ella pueden confiar; y él ha dicho: “Pidan y
recibirán”. Miren al Calvario. ¿No ha dicho Cristo que es el Abogado de ustedes?
¿No ha dicho que si piden cualquier cosa en su nombre, la recibirán?... Han de
venir a Dios como un pecador arrepentido, mediante el nombre de Jesús, el divino
Abogado, a un Padre misericordioso y perdonador, creyendo que cumplirá lo que
ha prometido. Todos los que deseen la bendición de Dios, llamen al trono de la
misericordia y esperen con firme seguridad.—
Mensajes Selectos 1:384-386
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