Jesús paga la deuda de los pecadores arrepentidos, 25 de
diciembre
¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
Romanos 2:4
.
Entre los discípulos que sirvieron a Pablo en Roma estaba Onésimo, un esclavo
fugitivo de la ciudad de Colosas. Pertenecía a un cristiano llamado Filemón...
Había robado a su amo y escapado a Roma... En la bondad de su corazón, el
apóstol trató de aliviar al desdichado fugitivo en su pobreza y desgracia, y pro-
curó derramar la luz de la verdad en su mente entenebrecida. Onésimo escuchó
atentamente las palabras de vida que una vez había despreciado y se convirtió a
la fe de Cristo. Ahora confesó su pecado contra su amo, y aceptó agradecido el
consejo del apóstol.
Onésimo se hizo apreciar por Pablo en virtud de su piedad, mansedumbre y
sinceridad, no menos que por su tierno cuidado por la comodidad del apóstol y su
celo en promover la causa del evangelio. Pablo vio en él rasgos de carácter que lo
capacitarían para ser un colaborador útil en la obra misionera, y con gran alegría
lo habría tenido con él en Roma. Pero no haría esto sin el total consentimiento
de Filemón. Por lo tanto decidió que Onésimo debía volver enseguida a su amo...
Fue una prueba severa para este siervo entregarse así a su amo, a quien había
perjudicado, pero estaba verdaderamente convertido y, por penoso que fuera, no
desistió de cumplir con este deber. Pablo hizo a Onésimo el portador de una carta
a Filemón, en la cual, con gran tacto y bondad, defendía la causa del esclavo
arrepentido y expresaba sus propios deseos en cuanto a Onésimo...
Le solicitó a Filemón que lo recibiera como a su propio hijo. Expresó su deseo
de retener a Onésimo como uno que podía servirle durante su encarcelamiento,
como Filemón mismo lo hubiera hecho. Pero no deseaba sus servicios a menos
que Filemón por propia iniciativa dejara al esclavo libre, porque pudo ser que en
la providencia de Dios Onésimo había huido de su amo por un tiempo de una
forma tan impropia, que, estando convertido, pudiera en su regreso ser perdonado
y recibido con tal afecto, que eligiera permanecer con Filemón desde entonces, “no
ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado”.
Filemón
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...
¡Qué adecuada ilustración del amor de Cristo hacia el pecador arrepentido!
Así como el siervo que había defraudado a su amo no tenía nada con qué hacer la
restitución, así los pecadores que han robado a Dios años de servicio no tienen
medios de cancelar su deuda. Jesús se interpone entre ellos y la justa ira de
Dios, y dice: “Yo pagaré la deuda. Perdona el castigo de su culpa; yo sufriré en
su lugar”.—
Sketches From the Life of Paul, 284-287
. Ver
Los Hechos de los
Apóstoles, 376-380
.
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