Al reavivamiento deben seguirle buenas obras, 24 de diciembre
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
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El alma que vive por la fe en Cristo no desea un bien mayor que el de conocer y
hacer la voluntad de Dios. Es la voluntad de Dios que la fe en Cristo se perfeccione
mediante las obras: él relaciona la salvación y la vida eterna de los que creen con
esas obras, y por medio de ellas proporciona la luz de la verdad para ir a todos los
países y a todas las gentes. Ese es el fruto de la operación del Espíritu de Dios.
La verdad se ha apoderado del corazón. No es un impulso espasmódico, sino
un verdadero volverse al Señor, y la voluntad perversa de los seres humanos queda
subyugada a la voluntad de Dios. Robarle a Dios en diezmos y ofrendas es una
violación del claro mandato del Señor y causa el daño más profundo a los que lo
hacen, privándolos de la bendición de Dios que está prometida para todos los que
tratan honestamente con él...
Si Satanás no puede mantener a las almas atadas en el hielo de la indiferencia,
tratará de hacerlas caer en el fuego del fanatismo. Cuando el Espíritu del Señor
viene sobre su pueblo, el enemigo aprovecha la oportunidad para trabajar también
sobre las diversas mentes y conducirlas a mezclar sus propias características
peculiares de carácter con la obra de Dios. Así siempre existe el peligro de que
permitan que su propio espíritu se mezcle con la obra y se hagan movimientos
imprudentes. Muchos realizan una obra de su propio diseño que no es sugerida
por Dios.
Si Satanás puede empujar a las personas a que vayan a un extremo, queda bien
complacido. De esa manera puede hacer un daño mayor que si no hubiera habido
un reavivamiento religioso. Sabemos que nunca ha habido un esfuerzo religioso
en el cual Satanás no haya tratado de hacer lo mejor que podía para entremeterse
en él; y en estos últimos días hará eso como nunca antes. Sabe que tiene poco
tiempo, y obrará con todo engaño de iniquidad para mezclar errores y puntos de
vista incorrectos con la obra de Dios, y para hacer caer a hombres y a mujeres en
posiciones falsas...
Los corazones que están bajo la influencia del Espíritu de Dios estarán en
dulce armonía con su voluntad. Me ha sido mostrado que cuando el Señor obra
por medio de su Santo Espíritu, no habrá nada en su operación que degrade al
pueblo de Dios ante el mundo, sino que más bien lo exaltará. La religión de Cristo
no hace toscos y descorteses a los que la profesan. Los súbditos de la gracia no
son incapaces de aprender, sino que siempre están dispuestos a aprender de Jesús
y a aconsejarse entre ellos.—
Testimonies for the Church 5:644-647
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