Página 57 - Ser Semejante a Jes

Basic HTML Version

Jesús da poder para obedecer, 16 de febrero
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de
nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo, según nuestra
semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono
de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro.
Hebreos 4:15, 16
.
Satanás representa la divina ley de amor como una ley de egoísmo. Declara que
nos es imposible obedecer sus preceptos. Imputa al Creador la caída de nuestros
primeros padres, con toda la miseria que ha provocado, e induce a los hombres y
a las mujeres a considerar a Dios como autor del pecado, del sufrimiento y de la
muerte. Jesús había de desenmascarar este engaño. Como uno de nosotros, había
de dar un ejemplo de obediencia. Para eso tomó sobre sí nuestra naturaleza y pasó
por nuestras vicisitudes. “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos”.
Hebreos 2:17
.
Si tuviésemos que soportar algo que Jesús no soportó, en ese detalle Satanás
representaría el poder de Dios como insuficiente para nosotros. Por lo tanto, Jesús
fue “tentado en todo según nuestra semejanza”. Soportó toda prueba a la cual
estamos sujetos. Y no ejerció en su favor poder alguno que no nos sea ofrecido
generosamente. Como hombre, hizo frente a la tentación, y venció en la fuerza
que Dios le daba. Él dice: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu
ley está en medio de mi corazón”.
Salmos 40:8
.
Mientras andaba haciendo bien y sanando a todos los afligidos de Satanás,
demostró claramente a los seres humanos el carácter de la ley de Dios y la
naturaleza de su servicio. Su vida testifica que para nosotros también es posible
obedecer la ley de Dios.
Por su humanidad, Cristo tocaba a la humanidad; por su divinidad, se asía del
trono de Dios. Como Hijo del Hombre nos dio un ejemplo de obediencia; como
Hijo de Dios nos imparte poder para obedecer...
Cristo fue tratado como nosotros merecemos, con el fin de que nosotros
pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en
los que no había participado, con el fin de que nosotros pudiésemos ser justificados
por su justicia, en la cual no habíamos participado. Él sufrió la muerte nuestra
con el fin de que pudiésemos recibir la vida suya. “Por su llaga fuimos nosotros
curados”.
Isaías 53:5
.—
El Deseado de Todas las Gentes, 15-17
.
[54]
53