Página 60 - Ser Semejante a Jes

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La desobediencia indica rebelión, 19 de febrero
De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy
pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino
de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado
grande en el reino de los cielos.
Mateo 5:19
.
Cualquiera que deliberadamente quebranta un mandamiento, no guarda nin-
guno de ellos en espíritu ni en verdad. “Porque cualquiera que guardare toda la
ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”.
Santiago 2:10
.
No es la magnitud del acto de desobediencia lo que constituye el pecado, sino
el desacuerdo con la voluntad expresa de Dios en el detalle más mínimo, porque
demuestra que todavía hay comunión entre el alma y el pecado. El corazón está
dividido en su servicio. Niega realmente a Dios, y se rebela contra las leyes de su
gobierno.
Si los hombres y las mujeres estuviesen en libertad para apartarse de lo que
requiere el Señor y pudieran fijarse una norma de deberes, habría una variedad
de normas que se ajustarían a las diversas mentes y se quitaría el gobierno de las
manos de Dios. La voluntad de los seres humanos se haría suprema, y la voluntad
santa y altísima de Dios, sus fines de amor hacia sus criaturas, no serían honrados
ni respetados.
Siempre que los seres creados escogen su propia senda, se oponen a Dios.
No tendrán lugar en el reino de los cielos, porque guerrean contra los mismos
principios del cielo. Al despreciar la voluntad de Dios, se sitúan en el partido
de Satanás, el enemigo de Dios y de la humanidad. No por una palabra, ni por
muchas palabras, sino por toda palabra que ha hablado Dios, viviremos. No
podemos despreciar una sola palabra, por pequeña que nos parezca, y estar libres
de peligro. No hay en la ley un mandamiento que no sea para el bienestar y la
felicidad de los hombres y las mujeres, tanto en esta vida como en la venidera. Al
obedecer la ley de Dios, sus hijos quedan rodeados de un muro que los protege
del mal. Quienes derriban en un punto esta muralla edificada por Dios, destruyen
la fuerza de ella para protegerlos, porque abren un camino por donde puede entrar
el enemigo para destruir y arruinar.
Al osar despreciar la voluntad de Dios en un punto, nuestros primeros padres
abrieron las puertas a las desgracias que inundaron el mundo. Toda persona que
siga su ejemplo cosechará resultados parecidos. El amor de Dios es la base de
todo precepto de su ley, y los que se aparten del mandamiento labran su propia
desdicha y su ruina.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 48, 49
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