La obediencia parcial no es aceptable, 29 de febrero
No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que
bien le parece.
Deuteronomio 12:8
.
En Gilgal, Saúl había aparentado ser muy concienzudo, cuando ante el ejército
de Israel ofreció un sacrificio a Dios. Pero su piedad no era genuina. Un servicio
religioso realizado en oposición directa al mandamiento de Dios, sólo sirvió para
debilitar las manos de Saúl y lo colocó en una posición tal que no podía recibir la
ayuda que Dios tanto quería otorgarle.
En la expedición contra Amalec, Saúl creyó que había hecho cuanto era
esencial entre todo lo que el Señor le había mandado; pero al Señor no le agradó
la obediencia parcial, ni quiso pasar por alto lo que se había descuidado por un
motivo tan plausible.
Dios no ha dado a los hombres y a las mujeres la libertad de apartarse de
sus mandamientos... Al decidir sobre cualquier camino a seguir, no hemos de
preguntarnos si es previsible que de él resultará algún daño, sino más bien si
está de acuerdo con la voluntad de Dios. “Hay camino que al hombre le parece
derecho; pero su fin es camino de muerte”.
Proverbios 14:12
.
“El obedecer es mejor que los sacrificios”.
1 Samuel 15:22
. Las ofrendas de
los sacrificios no tenían en sí mismas valor alguno a los ojos de Dios. Estaban
destinadas a expresar, por parte del que las ofrecía, arrepentimiento del pecado y fe
en Cristo, y a prometer obediencia futura a la ley de Dios. Pero sin arrepentimiento,
ni fe ni un corazón obediente, las ofrendas no tenían valor. Cuando, violando
directamente el mandamiento de Dios, Saúl se propuso presentar en sacrificio lo
que Dios había dispuesto que fuese destruido, despreció abiertamente la autoridad
divina. El sacrificio hubiera sido un insulto para el Cielo.
No obstante conocer el relato del pecado de Saúl y sus resultados, ¿cuántos
siguen una conducta parecida? Mientras se niegan a creer y obedecer algún
mandamiento del Señor, perseveran en ofrecer a Dios sus servicios religiosos
formales. No responde el Espíritu de Dios a tal servicio. Por celosos que sean
los hombres y las mujeres en su observancia de las ceremonias religiosas, el
Señor no las puede aceptar si ellos persisten en violar deliberadamente uno de sus
mandamientos.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 687, 688
.
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