Cómo “redimir” el tiempo, 10 de marzo
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no cómo necios sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Efesios 5:15, 16
.
El valor del tiempo sobrepuja todo cómputo. Cristo consideraba precioso todo
momento, y así es como hemos de considerarlo nosotros. La vida es demasiado
corta para que se la disipe. No tenemos sino unos pocos días de gracia en los
cuales prepararnos para la eternidad. No tenemos tiempo para perder, ni tiempo
para dedicar a los placeres egoístas, ni tiempo para entregarnos al pecado. Es
ahora cuando hemos de formar caracteres para la vida futura e inmortal. Es ahora
cuando hemos de prepararnos para el juicio investigador.
Apenas los miembros de la familia humana empiezan a vivir, comienzan a
morir, y la labor incesante del mundo termina en la nada a menos que se obtenga un
verdadero conocimiento respecto de la vida eterna. La gente que aprecia el tiempo
como su día de trabajo, se preparará para una mansión y una vida inmortales. Vale
la pena que hayan nacido.
Se nos amonesta a redimir el tiempo. Pero el tiempo desperdiciado no puede
recuperarse jamás. No podemos hacer retroceder ni un solo momento. La única
manera en la cual podemos redimir nuestro tiempo es aprovechando lo más posible
el que nos queda, colaborando con Dios en su gran plan de redención. En aquel
que hace esto se efectúa una transformación del carácter. Llega a ser hijo(a) de
Dios, miembro de la familia real, hijo(a) del Rey celestial. Está capacitado(a) para
ser compañero(a) de los ángeles.
Ahora es nuestro tiempo de trabajar por la salvación de nuestros semejantes.
Hay algunos que piensan que si dan dinero a la causa de Cristo, eso es todo lo que
se requiere de ellos; y el tiempo precioso, en el cual pudieran hacer obra personal
para Cristo, pasa sin ser aprovechado. Pero es deber y privilegio de todos los que
tiene salud y fuerza prestar a Dios un servicio activo. Todos han de trabajar en
ganar almas para Cristo. Los donativos en dinero no pueden ocupar el lugar de
esto...
La oportunidad que se nos ofrece hoy de hablar a algún alma necesitada de la
Palabra de vida, puede no volver jamás. Puede ser que Dios diga a esa persona:
“Esta noche vengo a pedirte tu alma” (ver
Lucas 12:20
), y a causa de nuestra
negligencia no se halle lista. En el gran día del juicio, ¿cómo rendiremos cuenta
de ello a Dios?—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 277, 278
.
[77]
77