Los talentos enterrados deben ser usados, 9 de marzo
Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea
vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo
debéis responder a cada uno.
Colosenses 4:5, 6
.
Busquen la conversión del espíritu, el alma y el cuerpo. Desdoblen su servilleta
y comiencen a negociar con los bienes de su Señor. Al hacerlo así, ganarán otros
talentos. A cada alma que se le han confiado talentos es para que los use para
beneficiar a otros. A quien en el gran día del ajuste final de cuentas se excuse:
“Tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo”
(
Mateo 25:25
), el Señor le dirá: “Siervo malo y negligente... debías haber dado
mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los
intereses”
Mateo 25:26, 27
.
El Señor aún está llamando a los que aparentemente están ciegos a sus defi-
ciencias, a los que están satisfechos de sí mismos, que planean y se las ingenian
para ver cómo pueden servirse mejor a sí mismos. Dios ayuda al que está espiri-
tualmente ciego para que vea que hay un mundo que salvar. La verdad debe ser
hecha manifiesta a los que no la conocen, y esta obra requiere la gracia abnegada
de Cristo.
Miles que ahora no hacen nada en la causa de Dios deberían estar desente-
rrando sus talentos escondidos y dándolos a los banqueros. Los que piensan que
alcanzarán con toda seguridad el cielo mientras siguen sus propios caminos e
imaginación, harían mejor en abrir el sello y reexaminar su título a los tesoros del
cielo. Los hombres y las mujeres que se sienten cómodos en Sion, sería mejor
que se preocuparan por sí mismos y se preguntaran: ¿Qué estoy haciendo en la
viña del Señor? ¿Por qué no estoy unido con Cristo, un obrero juntamente con
Dios? ¿Por qué no estoy aprendiendo en la escuela de Cristo su mansedumbre
y humildad de corazón? ¿Por qué no tengo cargas que llevar en el servicio de
Cristo? ¿Por qué no soy un cristiano resuelto, empleando todas mis fuerzas para
trabajar por la salvación de las almas que están pereciendo a mi alrededor? ¿No
dice la Palabra: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois
labranza de Dios, edificio de Dios”
1 Corintios 3:9
? Con la ayuda de Dios, ¿no
edificaré un carácter para el tiempo y la eternidad, y promoveré la piedad en mí
mismo y en otros por medio de la santificación de la verdad?—
The Review and
Herald, 21 de agosto de 1900
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