Cada hora es valiosa, 8 de marzo
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu
sueño?... Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio.
Proverbios 6:9, 6
.
Dios no tiene lugar para los perezosos en su causa; él quiere obreros reflexivos,
bondadosos, afectuosos y fervientes. El ejercicio activo hará bien a nuestros
predicadores. La indolencia es prueba de depravación. Cada facultad de la mente,
cada hueso del cuerpo, cada músculo de los miembros demuestra que Dios destinó
nuestras facultades para ser ejercitadas, no para permanecer inactivas. Los que
innecesariamente toman las horas del día para dormir, no tienen sentido del valor
de los momentos preciosos y áureos...
Las personas que no hayan adquirido hábitos de estricta laboriosidad y eco-
nomía de tiempo, deben tener reglas fijas que las impulsen a la regularidad y
prontitud. Jorge Washington, el estadista de la nación [Estados Unidos], pudo ha-
cer mucho trabajo porque se esmeraba en conservar el orden y la regularidad. Cada
papel tenía su fecha y su lugar, y no se perdía tiempo en buscar lo traspapelado.
Los hombres y las mujeres de Dios deben ser diligentes en el estudio, fervientes
en la adquisición de conocimiento, sin perder nunca una hora. Por medio de
ejercicios perseverantes pueden elevarse a casi cualquier grado de eminencia
como cristianos, como gente de poder e influencia. Pero muchos no alcanzarán
nunca a descollar, en el púlpito o los negocios, por causa de su falta de fijeza en
sus propósitos y la indolencia de los hábitos que contrajeron en su juventud. Se ve
una descuidada falta de atención de cuanto emprenden.
Un impulso repentino de vez en cuando no es suficiente para lograr una
reforma en estos indolentes amantes de la comodidad; es una obra que requiere
paciente perseverancia en el bien hacer. Las personas de negocios pueden ser
verdaderamente exitosas únicamente teniendo horas regulares para levantarse,
para la oración, para las comidas y para acostarse. Si el orden y la regularidad son
esenciales en el mundo de los negocios, ¡cuánto más lo son en la obra de Dios!
Muchos desperdician en la cama las alegres horas de la mañana. Una vez
perdidas, esas preciosas horas se fueron para siempre; se pierden para esta vida y
para la eternidad. ¡Qué despilfarro de tiempo causa en un año la pérdida de una
sola hora por día! Piense en ello el dormilón, y considere cómo dará cuenta a Dios
de las oportunidades perdidas.—
Obreros Evangélicos, 294, 295
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