Página 95 - Ser Semejante a Jes

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Usar bien el talento del habla, 24 de marzo
Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en
tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.
Salmos 45:2
.
Mediante un esfuerzo diligente todos pueden adquirir la habilidad de leer
inteligiblemente y hablar en un tono de voz fuerte, claro, sonoro, de un modo
distinto e impresionante. Haciendo esto podemos aumentar grandemente nuestra
eficiencia como obreros de Cristo.
Todo cristiano está llamado a dar a conocer a otros las inescrutables riquezas de
Cristo; por lo tanto, debiera procurar la perfección en el habla. Debiera presentar
la Palabra de Dios de un modo que la recomiende a sus oyentes. Dios no desea
que sus intermediarios sean incultos. No es su voluntad que los seres humanos
rebajen o degraden la corriente celestial que fluye por medio de él al mundo.
Debiéramos mirar a Jesús, el Modelo perfecto; debiéramos orar por la ayuda
del Espíritu Santo, y con su fuerza tratar de educar todo órgano para hacer una
obra perfecta.
Esto es especialmente cierto con respecto a quienes son llamados al ministerio
público. Todo ministro y todo maestro deben recordar que están dando a la gente
un mensaje que encierra intereses eternos. La verdad que prediquen los juzgará en
el gran día del ajuste final de cuentas. Y en el caso de algunas almas, el modo en
que se presente el mensaje determinará su recepción o rechazamiento. Entonces,
háblese la palabra de tal manera que despierte el entendimiento e impresione el
corazón. Lenta, distinta y solemnemente debiera hablarse la palabra, y con todo el
fervor que su importancia requiere.
La debida cultura y el uso de la facultad del habla es parte de todo ramo
de servicio cristiano; entra en la vida familiar y en toda nuestra relación mutua.
Hemos de acostumbrarnos a hablar en tonos agradables, a usar un lenguaje puro
y correcto, y palabras bondadosas y corteses. Las palabras dulces, amables, son
como el rocío y la suave lluvia para el alma. La Escritura dice de Cristo que la
gracia fue derramada en sus labios, para que pudiera “hablar en sazón palabra al
cansado”.
Salmos 45:2
;
Isaías 50:4
. —
Palabras de Vida del Gran Maestro, 270,
271
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