Página 96 - Ser Semejante a Jes

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Revelar el amor de Jesús por medio del habla, 25 de marzo
Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al
cansado.
Isaías 50:4
.
En derredor nuestro hay almas afligidas. En cualquier parte podemos en-
contrarlas. Busquémoslas y digámosles una palabra oportuna que las consuele.
Seamos siempre canales por donde fluyan las refrigerantes aguas de la compasión.
En todas nuestras relaciones hemos de tener presente que en la experiencia
ajena hay capítulos sellados en que no penetran las miradas de los mortales. En las
páginas del recuerdo hay historias tristes que son inviolables para los ojos ajenos.
Hay consignadas allí largas y rudas batallas libradas en circunstancias críticas, tal
vez dificultades de familia que día tras día debilitan el ánimo, la confianza y la
fe. Los que pelean la batalla de la vida contra fuerzas superiores pueden recibir
fortaleza y aliento merced a menudas atenciones que sólo cuestan un esfuerzo de
amor. Para ellos, el fuerte apretón de mano de un amigo verdadero vale más que
el oro y la plata. Las palabras de bondad son tan bien recibidas como las sonrisas
de ángeles.
Hay muchedumbres que luchan con la pobreza, obligadas a trabajar ardua-
mente por modestos salarios, que alcanzan apenas a satisfacer las necesidades
primarias de la vida. Los afanes y las privaciones, sin esperanza de mejora, hacen
muy pesadas sus cargas. Cuando a esto se añaden los dolores y la enfermedad, la
carga resulta casi insoportable. Oprimidos y agobiados, no saben dónde buscar
alivio. Simpatícese con ellos en sus pruebas, sus congojas y sus desengaños. Esto
abrirá camino para ayudarlos. Hábleseles de las promesas de Dios, órese con ellos
y por ellos, infúndaseles esperanza...
Cooperen con él [el Señor]. Mientras la desconfianza y la desunión llenan
el mundo, tócales a los discípulos de Cristo revelar el espíritu que reina en los
cielos. Hablen como él hablaría, obren como él obraría. Revelen continuamente la
dulzura de su carácter. Revelen aquellos tesoros de amor que son la base de todas
sus enseñanzas y de todo su trato con la humanidad. En colaboración con Cristo,
los obreros más humildes pueden pulsar cuerdas cuyas vibraciones se percibirán
hasta en los confines de la tierra y harán oír sus melodías por los siglos de la
eternidad.—
El Ministerio de Curación, 115, 116
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