Capítulo 1—El camino al cielo
Solamente por Jesús
—“No se turbe vuestro corazón—dijo—
; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre
muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy,
pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os preparare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde
yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis
el camino”.
Juan 14:1-4
. Por causa vuestra vine al mundo. Estoy
trabajando en vuestro favor. Cuando me vaya, seguiré trabajando
anhelosamente por vosotros. Vine al mundo a revelarme a vosotros,
para que creyeseis. Voy al Padre para cooperar con él en vuestro
favor.
El objeto de la partida de Cristo era lo opuesto de lo que temían
los discípulos. No significaba una separación final. Iba a prepararles
lugar, a fin de volver aquí mismo a buscarlos. Mientras les estuviese
edificando mansiones, ellos habían de edificar un carácter conforme
a la semejanza divina.
Los discípulos estaban perplejos aún. Tomás, siempre acosado
por las dudas, dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues,
podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la ver-
dad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis,
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también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le
habéis visto”.
Juan 14:5-7
.
No hay muchos caminos que llevan al cielo. No puede cada
uno escoger el suyo. Cristo dice: “Yo soy el camino... nadie viene
al Padre, sino por mí”. Desde que fue predicado el primer sermón
evangélico, cuando en el Edén se declaró que la simiente de la
mujer aplastaría la cabeza de la serpiente, Cristo ha sido enaltecido
como el camino, la verdad y la vida. Él era el camino cuando Adán
vivía, cuando Abel ofreció a Dios la sangre del cordero muerto, que
representaba la sangre del Redentor. Cristo fue el camino por el cual
los patriarcas y los profetas fueron salvos. Él es el único camino
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