Página 110 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La Segunda Venida y el Cielo
Jehová nuestro Dios”! Allí el estudioso de la ciencia podrá leer los
informes de la creación sin hallar señales de la ley del mal. Escuchará
la música de las voces de la naturaleza y no descubrirá ninguna nota
de llanto ni voz de dolor. En todas las cosas creadas descubrirá
una escritura, en el vasto universo contemplará “el nombre de Dios
escrito en grandes caracteres” y ni en la tierra, ni en el mar, ni en el
cielo quedará señal del mal.
Allí se vivirá la vida edénica, la vida que transcurrirá en el jardín
y el campo. “Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas,
y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni
plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles
serán los días de mi pueblo y mis escogidos disfrutarán la obra de
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sus manos”.
Isaías 65:21, 22
.
No habrá nada que dañe ni destruya “en todo mi santo monte,
dijo Jehová”. Allí el hombre recobrará su perdida dignidad real y los
seres inferiores reconocerán su supremacía; los fieros se tornarán
mansos y los tímidos, confiados.
Se ofrecerá al estudiante una historia de alcance infinito y de
riqueza inefable. Aquí, desde la posición ventajosa que le ofrece la
Palabra de Dios, el estudiante logra una perspectiva del vasto campo
de la historia, y puede obtener algún conocimiento de los principios
que rigen el curso de los sucesos humanos. Pero su visión está aún
empañada y su conocimiento es incompleto. No verá claramente las
cosas hasta que esté a la luz de la eternidad.
Entonces se abrirá ante su vista el desarrollo del gran conflicto
que se originó antes que empezara el tiempo y que no acabará hasta
que termine. Será evidente la historia del comienzo del pecado; de
la fatal mentira y su perversa obra; de la verdad que, sin desviarse
de lo recto, ha hecho frente al error y lo ha vencido. Será descorrido
el velo que se interpone entre el mundo visible y el invisible y se
revelarán cosas maravillosas.
Sólo cuando se vean a la luz de la eternidad las providencias de
Dios, comprenderemos lo que debemos al cuidado y la intercesión
de sus ángeles. Los seres celestiales han desempeñado una parte
activa en los asuntos de los hombres. Han aparecido con ropas tan
brillantes como relámpago; se han presentado como hombres, bajo
la apariencia de viajeros. Han aceptado la hospitalidad ofrecida por
hogares terrenales; han actuado como guías de viandantes extravia-