Página 122 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La Segunda Venida y el Cielo
a dirigirme a vosotros, jóvenes: ¿No os ha llamado Dios a pregonar
este mensaje?—
Obreros Evangélicos, 65, 66
.
Hablar, orar y creer
—El Señor viene pronto. Hablen acerca
de ello, oren para que así sea y créanlo. Transfórmenlo en una
parte de su propia vida. Tendrán que hacer frente a un espíritu
de dudas y objeciones, pero que se disipará ante una confianza
en Dios firme y consistente. Cuando se presenten perplejidades y
obstáculos eleven el alma a Dios en cánticos de agradecimiento.
Colóquense la armadura cristiana y asegúrense de que sus pies estén
“calzados con el apresto del evangelio de la paz”. Prediquen la
verdad con intrepidez y fervor. Recuerden que el Señor contempla
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compasivamente esta región y que conoce su pobreza y destitución.
Los esfuerzos que realizan no serán un fracaso.—
Testimonios para
la Iglesia 7:226
.
Llenos de gozo
—Debiéramos llenarnos de gozo al pensar en la
inminente venida de Cristo. Para los que la amen, él vendrá sin peca-
do para salvación. Pero si nuestra mente está llena de pensamientos
relacionados con cosas terrenales, no podemos aguardar con gozo
su venida.—
En Lugares Celestiales, 355
.
Esperar con alegría
—El Señor viene pronto, y debemos estar
preparados para salir a su encuentro en paz. Resolvamos hacer todo
lo que podamos para impartir luz a los que nos rodean. No debemos
estar tristes, sino gozosos, y debemos tener al Señor Jesús siempre
delante de nosotros... Debemos estar listos y esperar su venida.
¡Cuán glorioso será verle y recibir la bienvenida como sus redimidos!
Hemos esperado mucho, pero nuestra fe no debe menguar. Si sólo
podemos ver al Rey en su hermosura, seremos benditos para siempre.
Siento que debo gritar: “¡Al hogar!” Se acerca el tiempo cuando
Cristo vendrá con poder y gran gloria para llevar a sus redimidos a
su eterno hogar.—
Maranata: El Senor Viene, 104
.
No se especule acerca de cuándo vendrá el fin
—Dios ha pues-
to en su propia potestad los tiempos y las sazones. ¿Y por qué no nos
ha dado Dios ese conocimiento? Porque si lo hiciera, no lo usaría-
mos debidamente. Ese conocimiento provocaría entre los hermanos
un resultado que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar
a un pueblo que pueda resistir en el gran día venidero. No hemos
de vivir dependiendo de la excitación originada por fechas especia-
les. No hemos de enfrascarnos en especulaciones en cuanto a los
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