Página 135 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La música del cielo
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entonan el canto, y la hueste de los redimidos se une a él como si
hubieran cantado el himno en la tierra, y así fue.
¡Oh, qué música! No hay una sola nota discordante. Cada voz
proclama: “El Cordero que fue inmolado es digno”. El ve la aflic-
ción de su alma, y queda satisfecho. ¿Creéis que alguno empleará
allí tiempo para contar sus pruebas y terribles dificultades? “De lo
primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento”. “Enju-
gará Dios toda lágrima de los ojos de ellos”.—
Comentario Bíblico
Adventista 6:1093
.
Cantemos aquí el canto del cielo
—Jesús viene pronto, y nues-
tra posición debería caracterizarse por una actitud de espera y de
vigilia en anticipación a su llegada. No deberíamos permitir que na-
da se interponga entre Jesús y nosotros. Aquí tenemos que aprender
el cántico del cielo, para que cuando nuestra lucha haya concluido
nos podamos unir al himno de los ángeles celestiales en la ciudad de
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Dios. ¿Cuál es ese canto? Es la alabanza, el honor y la gloria que se
le rinden a Aquel que está sentado sobre el trono y al Cordero por
los siglos de los siglos.—
Exaltad a Jesús, 366
.
Todo acto de justicia, misericordia y benevolencia, produce me-
lodía en el cielo.—
Servicio Cristiano Eficaz, 234
.
Al abrir vuestra puerta a los menesterosos y dolientes hijos de
Cristo, estáis dando la bienvenida a ángeles invisibles. Invitáis la
compañía de los seres celestiales. Ellos traen una sagrada atmósfera
de gozo y paz. Vienen con alabanzas en los labios, y una nota de
respuesta se oye en el cielo. Cada hecho de misericordia produce
música allí. Desde su trono, el Padre cuenta entre sus más preciosos
tesoros a los que trabajan abnegadamente.—
El Deseado de Todas
las Gentes, 594
.
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