Página 23 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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Capítulo 4—La liberación del pueblo de Dios
Dios manifiesta su poder a la medianoche
—Los hijos de Dios
oyen una voz clara y melodiosa que dice: “Enderezaos”, y, al levantar
la vista al cielo, contemplan el arco de la promesa. Las nubes negras
y amenazadoras que cubrían el firmamento se han desvanecido,
y como Esteban, clavan la mirada en el cielo, y ven la gloria de
Dios y al Hijo del hombre sentado en su trono. En su divina forma
distinguen los rastros de su humillación, y oyen brotar de sus labios
la oración dirigida a su Padre y a los santos ángeles: “Yo quiero
que aquellos también que me has dado, estén conmigo en donde
yo estoy”.
Juan 17:24 (VM)
. Luego se oye una voz armoniosa y
triunfante, que dice: “¡Helos aquí! ¡Helos aquí! santos, inocentes e
inmaculados. Guardaron la palabra de mi paciencia y andarán entre
los ángeles”; y de los labios pálidos y trémulos de los que guardaron
firmemente la fe, sube una aclamación de victoria.
Es a medianoche cuando Dios manifiesta su poder para librar
a su pueblo. Sale el sol en todo su esplendor. Sucédense señales
y prodigios con rapidez. Los malos miran la escena con terror y
asombro, mientras los justos contemplan con gozo las señales de
su liberación. La naturaleza entera parece trastornada. Los ríos
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dejan de correr. Nubes negras y pesadas se levantan y chocan unas
con otras. En medio de los cielos conmovidos hay un claro de
gloria indescriptible, de donde baja la voz de Dios semejante al
ruido de muchas aguas, diciendo: “Hecho es”.
Apocalipsis 16:7
.—
El Conflicto de los Siglos, 694
.
Los fundamentos de la tierra parecen derrumbarse
Síguese un gran terremoto, “cual no fue jamás desde que los hombres
han estado sobre la tierra”.
Vers. 18
. El firmamento parece abrirse y
cerrarse. La gloria del trono de Dios parece cruzar la atmósfera. Los
montes son movidos como una caña al soplo del viento, y las rocas
quebrantadas se esparcen por todos lados. Se oye un estruendo como
de cercana tempestad. El mar es azotado con furor. Se oye el silbido
del huracán, como voz de demonios en misión de destrucción. Toda
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