Página 24 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La Segunda Venida y el Cielo
la tierra se alborota e hincha como las olas del mar. Su superficie se
raja. Sus mismos fundamentos parecen ceder. Se hunden cordilleras.
Desaparecen islas habitadas. Los puertos marítimos que se volvieron
como Sodoma por su corrupción, son tragados por las enfurecidas
olas. “La grande Babilonia vino en memoria delante de Dios, para
darle el cáliz del vino del furor de su ira”.
Vers. 19
. Pedrisco grande,
cada piedra, “como del peso de un talento” (
vers. 21
), hace su obra
de destrucción. Las más soberbias ciudades de la tierra son arrasa-
das. Los palacios suntuosos en que los magnates han malgastado
sus riquezas en provecho de su gloria personal, caen en ruinas ante
su vista.—
El Conflicto de los Siglos, 694, 695
.
La resurrección especial previa al aparecimiento de Jesús
Los sepulcros se abren y “muchos de los que duermen en el polvo de
la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para ver-
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güenza y confusión perpetua”.
Daniel 12:2
. Todos los que murieron
en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorificados de la tumba,
para oír el pacto de paz que Dios hace con los que guardaron su
ley. “Los que le traspasaron” (
Apocalipsis 1:7
), los que se mofaron
y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos más acérrimos
de su verdad y de su pueblo, son resucitados para mirarle en su
gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles y
obedientes.
Densas nubes cubren aún el firmamento; sin embargo el sol se
abre paso de vez en cuando, como si fuese el ojo vengador de Jehová.
Fieros relámpagos rasgan el cielo con fragor, envolviendo a la tierra
en claridad de llamaradas. Por encima del ruido aterrador de los
truenos, se oyen voces misteriosas y terribles que anuncian la conde-
nación de los impíos. No todos entienden las palabras pronunciadas;
pero los falsos maestros las comprenden perfectamente. Los que
poco antes eran tan temerarios, jactanciosos y provocativos, y que
tanto se regocijaban al ensañarse en el pueblo de Dios observador de
sus mandamientos, se sienten presa de consternación y tiemblan de
terror. Sus llantos dominan el ruido de los elementos. Los demonios
confiesan la divinidad de Cristo y tiemblan ante su poder, mientras
que los hombres claman por misericordia y se revuelcan en terror
abyecto.—
El Conflicto de los Siglos, 695, 696
.
Los Diez Mandamientos se revelan en el cielo
—Por un desga-
rrón de las nubes una estrella arroja rayos de luz cuyo brillo queda